Helena y la esposa del contador
Fecha: 24/07/2019,
Categorías:
Anal
Sexo con Maduras
Lesbianas
Autor: Anitaslut44, Fuente: xHamster
... usted, Licenciado”.El hombre ya esperaba esa respuesta, porque no demostró contrariedad, sino simplemente respondió: “entonces Ana podría dedicarse a mi esposa y yo debería conformarme con usted, Helena, no le parece un trato justo?”.A Helena le parecía bien, dentro de todo, el Licenciado era un cincuentón bastante apuesto, agradable y hasta simpático, aunque generalmente se lo veía muy serio y enfrascado en sus asuntos. Pero físicamente no era desagradable, se notaba que se esforzaba en un gimnasio para mantenerse en forma y evidentemente tenía buen sexo con su apetecible mujercita, por lo tanto, seguramente era un buen amante.Mientras repartíamos los roles, la sensual Cecilia ya había dejado caer su vestido al suelo, exhibiendo su cuerpo perfectamente modelado gracias a la dieta y gimnasia. Era realmente escultural tratándose de una mujer que rozaba los cincuenta años. Sus tetas eran naturales, no demasiado grandes pero bien turgentes y firmes, lo mismo que sus caderas, suaves y bien redondeadas. El trasero se veía también muy firme, la piel sedosa, delicadamente bronceada, tenía aroma a mujer, algo realmente excitante.Helena también se desnudó en apenas segundos y me besó largamente, para susurrarme al oído si yo podía hacer algo con el Licenciado, mientras ella preparaba a Cecilia para que luego la disfrutara yo.Me acerqué entonces al esposo, que seguía sentado en el sillón y le dije que le iba a aliviar un poco la calentura, pero utilizando solamente mis manos. Hice que ...
... se recostara un poco más todavía y entonces sin dejar de mirarlo a los ojos me quité la tanga con unos movimientos muy sensuales, para entonces sentarme a horcajadas sobre su estómago, dándole la espalda. Antes de abrir la bragueta de su pantalón noté que ya tenía un bulto bastante grande y efectivamente, metí una mano y encontré una verga masiva, dura, pulsante… hermosa. En una mesa cercana había gel lubricante y condones, así que le coloqué uno a esa poderosa cosa y lo embadurné bastante. Comencé a acariciarlo con mis manos, mientras oía los suaves suspiros del Licenciado a mis espaldas.Frente a mí tenía otro espectáculo: Helena y Cecilia en la alfombra haciendo un sesenta y nueve, gimiendo las dos a coro mientras se lamían sus húmedas conchitas.Por mi parte sentía que mi propia concha comenzaba a titilar un poco, señal de que me estaba calentando mal. La poronga seguía bien endurecida entre mis manos, preguntándome yo misma si podría aguantar la tentación de metérmela hasta el fondo y hacerme coger por este tipo como una buena perra calentona. La respuesta llegó sola. De repente las manos del hombre aferraron mis caderas y me levantaron en el aire, para sentir entonces que algo duro, frío y resbaladizo se abría paso a través de mi estrecho orificio anal. Giré la cabeza para ver que el Licenciado me estaba metiendo un largo tubo de aluminio, que reconocí como el estuche de un habano. Lo había lubricado con gel, así que se deslizaba sin dificultad dentro de mi delicado culo. ...