Una historia violenta
Fecha: 25/07/2019,
Categorías:
Incesto
BDSM
Autor: tranque, Fuente: CuentoRelatos
Estaba oscureciendo, como todos los días mi madre volvía del mercado de hacer sus compras, nada de otro mundo. Vivíamos en un barrio cerrado de una comunidad judía, casas separadas y de un alto poder adquisitivo. Hacía años que vivíamos los dos juntos, ella se había separado de mi padre, un empresario e inversor, que nos dejó un alto nivel de vida, no sé si por la culpa de haberse ido con su secretaria, no nos privó de nada en lo económico, pero desapareció de nuestras vidas. Mi nombre es German, en ese momento tenía unos 18 años, era muy inocente en casi todos los sentidos, tal vez mi educación en colegios religiosos, no me permitió otra cosa. Mi madre, Débora, se convirtió al judaísmo cuando se casó con mi padre, en cierto sentido tuvo que adaptarse a una vida religiosa en la ella mucho no creía, pero conservaba todo la apariencia de someterse a ese destino. Ella es de tez un tanto morena, pero ante todo sobresalen sus profundos ojos verdes, que dejan sin habla a cualquier hombre. En ese momento ella tenía unos 35 años y dedicaba su vida a mi cuidado. Sus amistades eran muy pocas, especialmente vecinos del barrio, pero la mayoría era gente muy ocupada, aunque sus esposas casi siempre se encontraban en sus casas cuidando a sus hijos. Los más allegados a mi madre, eran una pareja de judíos ortodoxos, Samuel y su esposa Sara. Mi madre los visitaba seguido, aunque él era muy reservado, Sara era un poco más expresiva y cariñosa, especialmente con sus tres hijos, dos mellizos ...
... de unos dos años y su hermanita de no más de cuatro. Sara era hermosa, su piel blanca resaltaban sus ojos azules y su pelo enrulado rubio, que apenas se podía ver escapando de algún costado de los pañuelos que cubrían su cabeza. Yo era ajeno a esa relación de amistad, casi no estaba permitido por temas religiosos que pudiera tener un trato directo con Sara, aunque no todo era tan estricto. Las pocas veces que hablaba con Samuel, era él el que me hablaba de su trabajo, cortaba diamantes en una joyería propia y ese era su mundo. Volviendo a ese día que rápidamente se tornó trágico, mi madre estaba entrando a casa, yo me encontraba en el living y veo como abre la puerta de entrada, con dos bolsas en sus manos. De repente veo dos sombras detrás de ella, eran dos personas vestidas de negro, con pasamontañas que le tapaban la cara. Rápidamente la persona con mayor altura, sin que ella se diera cuenta la toma del cuello por detrás, mi madre suelta las bolsas y caen al piso, él la empuja hacia adentro, mientras el otro cierra la puerta. Yo trato de levantarme para salir en su auxilio, pero de inmediato saca un revolver niquelado y me apunta. -¡No te muevas o la mato! -¡No a mi hijo no! -¡Cierra la boca puta! Quedo petrificado del miedo, mi madre casi no podía respirar, mientras la arrastraba a la cocina. -¡Vamos, pendejo, a la cocina y no me mires o te mato! Nos llevan de forma violenta a la cocina y nos sientan en dos sillas de madera, con unas sogas que traían en sus bolsillos, nos ...