1. Siempre (Parte 2)


    Fecha: 02/08/2019, Categorías: Gays Autor: angelmatsson, Fuente: SexoSinTabues

    ... huevitos, hasta llegar a mi no tan inocente ano. Cuando sus dedos comenzaron a ganar protagonismo, me puse alerta. El primero entró con un poco de resistencia. Con el segundo la resistencia aumento, y empecé a sentir un leve ardor. Ambos dedos giraban como locos, escarbando en mi interior y tocando puntos que me arrancaban chillidos de placer. En el momento que empezaba a entrar un tercero, la resistencia aumentó mucho más, y el ardor se convirtió en dolor. Pero pacientemente, Marcelo supo llevar la situación y, al cabo de un rato, tres de sus dedos estaban en mi interior. La presión de estos, me provocaba una extraña sensación en mi glande. Sentía como ganas de orinar, o algo así. De todas formas, me agradaba. Sus dedos dejaron mi culo con violencia y, casi al instante, fue rellenado por su lengua. Mis piernas temblaron, y una corriente eléctrica atravesó las 34 vertebras de mi columna. Mi ano estuvo lo suficientemente abierto como para dejar que gran parte de su lengua se pudiera introducir en mí. Mis ojos estaban cerrados, y todo mi cuerpo estaba concentrado en las deliciosas estimulaciones que mi tío me entregaba. Cuando consideró que era suficiente, la retiró. Y, después de una breve pausa, supe que vendría lo interesante. Me giré, y vi cuando tomaba su mástil por la base y lo dirigía a mi agujero. Mi cuerpo se tensó con el recuerdo de la vez anterior, y Marcelo lo notó. Me miró fijamente y me dijo algo parecido a esto: “Relájate. Disfruta el momento, ama el final”. ...
    ... Para mí las palabras no fueron importante, sino el tono que utilizó para decirlas. Su glande hirviendo tocó mi ano, y éste se estremeció ante el contacto. Mi culito se contrajo como acto reflejo de la electricidad que recorrió mi cuerpo, y pronto estuvo listo para recibir al invitado. Con la primera presión, mi culo se resistió y el intruso no pudo entrar. La boca de Marcelo se hundió en mi nuca y aspiró profundo. Luego fue bajando por mi espalda y depositando pequeños besos que me hicieron estremecer. Mi ano se relajó y su glande comenzó a entrar. La penetración era lenta, quizás hasta imperceptible para él, pero yo sentía cada milímetro de su carne, y notaba cómo mi recto se expandía para albergarla. La presión en mi interior era asombrosa, y estaba seguro que eso era lo que hacía que mi tío gimiera de placer. El dolor me hacía tener mis ojos cerrados y mi boca apretada, esperando que todo su pene estuviera por completo dentro de mí. Cuando tocó fondo, un agudo dolor me hizo emitir un débil chillido. Perdí las fuerzas y caí, quedando solo mi culo en pompa y mi pecho sobre la cama en una perfecta curva. Los pelos de sus testículos acariciaban mi tersa piel, al igual que los de su pubis. Marcelo gruñó satisfecho, cruzó sus brazos alrededor de mi cuerpo y descansó en él. Sentía mi culo lleno y mi corazón palpitaba nervioso. Sus brazos alrededor de mí, acariciando mi vientre y mi pene, me relajaron. Mi ano se contraía involuntariamente, ahorcando todo su pollón y robándole sonoros ...
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