Renace el harem (Cap. 4) - Relatos Eróticos

Renace el harem (Cap. 4)

... tres días y su Majestad había logrado amansar a esas perritas, ya no emitían un solo suspiro, ya no se cansaban como al comienzo, sus obligaciones se habían incrementado tanto, que apenas las dieciséis horas apenas les alcanzaban, sin embargo ya las perras estaban en un ochenta por ciento entrenadas para cumplirlas todas sin ningún contratiempo. Ya a las perras que al comienzo les costaba tanto trabajo obedecer, ahora ellas solas sabían en su mayoría cuales eran las tareas que debían cumplir y en qué tiempo debían realizarlas cada una para así alcanzar a cumplir todo en las dieciséis horas laborales. Dos días más tarde llamaron sus clientas para preguntar cómo iba el avance de las perritas, ya que les urgía ya tenerlas en sus casas sometidas para que se las limpiaran a fondo. Su Majestad les comunicó que ya podían pasara a recogerlas y que trajeran preparado un cheque extra como bono, ya que les estaba entregando a las perras totalmente adiestradas en la mitad del tiempo pactado. Las clientas se presentaron esa misma tarde para recoger su mercancía, y esa vez no protestaron nada de lo impuesto por su Majestad, ya que si volvían a infringir el contrato se les volverían a quitar a las perras. Al llegar las clientas a la mansión se presentaron ante su ...

... Majestad, se inclinaron y respetuosamente saludaron a su Majestad besándole los pies. Una vez terminado el solemne saludo a los pies de su Majestad, el Ama hizo escucharse dos palmadas y en automático aparecieron las perras totalmente domadas de la A hasta la Z, ya no ponían cara de asco para nada, hasta fueron entrenadas a ya no beber agua, ahora bebían solo su orina. Las clientas querían verificar que tan adiestradas estaban sus nuevas perritas, y quedaron sorprendidas al ver como esas chicas que días atrás habían tenido que engañar para someterlas, ahora cumplían orden tras orden sin rechistar una sola de ellas. Las clientas quedaron tan apabulladas del gran cambio de actitud en tan solo unos cuantos días, que no solo le pagaron el bono extra a su Majestad, sino que además ellas mismas se inclinaron a los pies de su Majestad para hacerle una reverencia como reconocimiento a su gran éxito. Terminada la ceremonia de adoración a su Majestad, las clientas tomaron posesión de sus nuevas perras y se las llevaron para ponerlas en acción en sus nuevos hogares y centros de trabajo. Las chicas fueron atadas de pies, manos a la espalda, un bozal y un antifaz para evitar que las nuevas perritas supieran la ubicación de su nuevo lugar de residencia por el resto de su vida.