Lo que hubiera sido (Tercera y penúltima parte)
Fecha: 09/08/2019,
Categorías:
Infidelidad
BDSM
Autor: Cold_P, Fuente: CuentoRelatos
... mañana. Elena dormía a pierna suelta a mi lado, completamente desnuda y destapada. Admiré su cuerpo desnudo a la luz de la mañana y, como siempre, me sentí total y completamente afortunado de tener a semejante mujer a mi lado. ¡Qué cuerpo, Dios mío! Si bien es cierto que, tanto ella como yo nos habíamos descuidado y, también, que nunca me ha importado mucho el aspecto físico, no podía dejar de admirarle. Su bella piel morena, esas piernas jamonas que me vuelven loco. Su generoso trasero, sus pechos, su pequeña mata de pelo en el pubis, su lunar escondido tras una de sus cejas, aquella cicatriz en su rodilla del accidente automovilístico cuando era pequeña, su sonrisa, su nariz, sus labios e incluso esas lonjas y “gorditos” que asomaban por ahí, me parecían lo más hermoso que hubiera visto en mi existencia. Quizá, todo lo que había sucedido en mi vida, todas las mujeres con las que anduve o me cogí (y que fueron más de las que pudiera recordar), todas las rupturas y todo… TODO lo que sucedió en el ámbito amoroso me habían conducido a éste momento. A ella. A compartir cada aspecto de mi vida con Elena. Cada triunfo, cada derrota. Me sentía pleno. “En ese momento, pese a nuestra imperfección, éramos perfectos… porque estábamos juntos”. Si, habría peleas, desacuerdos y un sinfín de situaciones que le acontecen a cada matrimonio, pero yo lucharía con todas mis fuerzas para mantener el barco a flote y no convertirme en uno más a la estadística. Para más éxtasis, contaba con la ...
... seguridad de que, no sólo contaba con ella, sino que, además, la mina (de oro) que se encontraba profundamente dormida en la cama que contemplaba era masoquista, sumisa y muy puta. Dispuesta y muy perversa. Era un sueño del cual no quería despertar y sentía que no podía ser que tuviera tanta suerte. Me sentía el hombre más malditamente afortunado del planeta y, quizá, si lo era. Aunque me sentía cansado, tenía bastantes ganas. Presa de lo que le sucede a la mayoría de los hombres en las mañanas y con una necesidad tremenda de ir al baño, me dispuse a despertarle para bajar la tensión que se acumulaba en mi entrepierna y así poder liberar la orina que tenía dentro, una vez soltara la leche. Desnudo como estaba, coloqué mi verga cerca de su boca. -Buenos días mi amor –dije con normalidad. Ella abrió los ojos lentamente y sonrió al notar lo que tenía enfrente. Le dio un fugaz beso y un pequeño chupetín. -Buenos días mi amor –me respondió soñolienta pero alegre para volver a besar mi polla con cariño-¿Ya más descansado? –preguntó con intención y obviedad sin dejar de chupar y besar mi carajo -Con nuevas fuerzas –respondí dejándome hacer mientras observaba con deleite cómo mi esposa adoraba mi miembro. -Eso espero –alcanzó a decir. Dio unas cuantas lamidas más y se enderezó para ir con prontitud al baño– déjame echo una meadita y después haces lo que quieras conmigo -Cuando termines no te limpies –le ordené. Me miró con curiosidad, pero accedió con un asentimiento de la cabeza. Cuando ...