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Mirando a Ana en el vestuario
Fecha: 19/08/2019, Categorías: Sexo con Maduras Voyerismo Sexo Interracial Autor: Anitaslut44, Fuente: xHamster
... un salto y me besó profundamente. Luego me miró a los ojos con desesperación y me pidió que yo mismo la ayudara a meterse esa serpiente negra en su humedecida vagina.Iba a decirle algo, cuando una poderosa mano me hizo poner de rodillas. Ana se sentó en una banca con las piernas bien abiertas y yo me encontré guiando esa verga negra enorme entre los empapados labios vaginales de mi mujercita.Observé todo ese mástil oscuro desaparecer dentro del cuerpo de Anita, mientras ella abría sus labios sin poder exhalar ni un solo gemido. Ella clavó sus uñas en mis hombros y cerró los ojos mientras esa verga negra gigante la invadía.El negro la penetró muy despacio, centímetro a centímetro; pude entender que mi dulce mujercita era una esclava de ese negro y de su inconmensurable verga…Entonces empezó a bombearla muy despacio; su enorme verga negra entraba y salía de su dilatada concha.Ana me miró fijamente a los ojos mientras se movía al ritmo que le imponía el negro.“Quiero que veas cómo me coge un macho de verdad…” Me dijo sonriendo.A medida ...
... que el ritmo aumentaba, mi esposa gritaba cada vez más. Ya no lo miraba al negro, ahora no quitaba la vista de mí.Esa verga dura ahora la penetraba bien profundo. Anita comenzó a temblar sin control, mientras varios orgasmos seguidos recorrían su hermoso cuerpo.De repente el negro me miró también, diciendo que iba a descargarse en la vagina de mi esposa. No tuve la oportunidad de contestarle, porque en ese momento Ana giró su cabeza y me besó profundamente. Entonces el tipo gruñó como un oso salvaje y acabó dentro de mi esposa. Enseguida se salió de ella; su verga todavía bien erecta chorreaba semen sobre el vientre de Anita. Sin decir nada, el tipo se fue a duchar.Ana quedó más que relajada con semejante polvo que le había echado ese hombre. Cerró los ojos y me dijo que me amaba; también amaba la verga negra de ese tipo.El hombre pasó junto a nosotros sin decir palabra, abrazó a su mujer que lo esperaba y se vistió a las apuradas, para salir de allí con mucha prisa.Anita y yo compartimos una ducha sin decir palabras… no hacía falta…