La reeducación de Areana (final)
Fecha: 22/08/2019,
Categorías:
Dominación
Lesbianas
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
-¿Sabés una cosa?, me excita que seas obediente, Margui… Le murmuró Milena al oído y eso fue para Margui una suerte de llamarada interna que terminó de ponerla en manos de la asistente. -Me… me gusta obedecerte, Milena… Me excita, no sé… La asistente deslizó su lengua por el cuello, blanco, fino y largo de Margui y al llegar a la oreja le susurró: Me alegra que sientas eso… Que hayas descubierto que sos una perrita… Mi perrita sumisa… -Sí… sí, Milena, soy tu perrita sumisa… -Mi perrita faldera… -Sí, tu perrita faldera… Milena magreaba a Margui, cuyos suspiros la excitaban tanto como sobarle esas tetas grandes, blanquísimas y de pezones oscuros. Las manos de la asistente recorrían entera a la jovencita y pronto ambas acabaron en el piso prodigándose mutuamente encendidos besos, lamidas, caricias y mordiscos. -Tomame, Milena… Tomame, por favor… ¡Por favor!... –imploró Margui cuya calentura era tanta que hasta le costaba respirar, y Milena la tomó con los dedos, con los labios, con la lengua. La tomó por la concha y por el culo y la tomó con tal maestría que la monjita, una vez alcanzado el orgasmo, murmuró entre jadeos: -Soy tuya, Milena… tuya… esclavizame… hacé lo que quieras conmigo… ¡Lo que quieras!... -Lo que quiero es hacerte muy puta… -murmuró la asistente al oído de Margui. –Mi puta, mi esclava, mi perrita… -¡Sí!... ¡haceme todo eso!… -se exaltó la jovencita. Amalia estuvo un rato mirando complacida lo que ocurría entre Milena y la monjita y luego lanzó la consigna ...
... que daría por terminada la orgía: -¡A ver, putas! ¡Ahora, para despedir la noche, todas contra todas y a lo que venga! Poco a poco las invitadas comenzaron a incorporarse, alguna de pie, otras en cuatro patas luego del enorme derroche de energía desplegado hasta ese momento y luego de algunos gestos como restregarse los ojos o arreglarse las melenas comenzaron a buscarse con las miradas, semejando fieras hambrientas a la caza de la presa. Segundos después, la locura sexual: combates cuerpo a cuerpo, gritos que por momentos se convertían en aullidos o expresiones guturales, jadeos y gemidos que en esa sinfonía obraban como contrabajos, oboes o tubas. Milena y Marisa asistían fascinadas al espectáculo montado por la teatral genialidad de Amalia. Margui, abrazada por Milena, miraba todo aquello con ojos agrandados a su máxima posibilidad. Marisa, a espaldas de la jovencita y sin poder contenerse, había comenzado a deslizarle sus manos por las nalgas rogando que la dueña de tan apetecible culo no protestara y se dejara hacer, y Margui no protestó aunque sabía que esas manos no pertenecían a su amada Milena. Ya ninguna de las invitadas quedaba de pie y ni siquiera en cuatro patas. Todas estaban tendidas en la alfombra, mordiendo, lamiendo, usando sus dedos como arietes impiadosos en conchas y culos, penetrando y siendo penetradas. De pronto Milena tuvo ganas de orinar y lo hizo sobre los cuerpos de Zelmira y de la librera, que se estaban cogiendo apasionadamente al punto de que ni ...