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Amor fraternal y zoofílico
Fecha: 15/11/2017, Categorías: Zoofilia Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Un día fui a visitar a mi hermana a su casa de forma imprevista. Hacía poco tiempo que retomábamos esta relación fraternal luego de algunas peleas familiares. Cuando entré en su casa vi que tenía un perro grande. Nunca fui un amante de los perros por lo que me molestó su presencia sobre todo por su tamaño. Dialogaba con mi hermana de temas menores y sin importancia mientras ella me servía algún refresco o acomodaba sus cosas en la cocina cuando me di cuenta que el perro tenía la punta de su pene asomando de su capuchón. Ingenuamente le dije a mi hermana que tendría que dejar salir al perro para que hiciera sus cosas en la calle, por lo que ella miró el pene del perro y sonrió despreocupadamente. No presté más atención al asunto pero con el correr de los minutos me di cuenta que el perro buscaba insistentemente a mi hermana olfateando por cualquier parte del cuerpo que le quedara a mano. Al principio interpreté esto como un pedido del perro para salir pero luego me di cuenta que apuntaba su nariz directamente a la vagina de mi hermana aprovechando que ella tenía puesto unos pantalones cortos de jean. En tono de broma le advertí a mi hermana que tuviera cuidado porque si no iba a ser ella el objeto sexual del perro. Corrieron los minutos y continuamos conversando sin que el perro cambiara de actitud. Ella le puso comida en su plato para que se distrajera con otra cosa que no fuera con ella, pero el perro le dio poca importancia a la comida, es más cuando ella se agachó él ...
... aprovechó a lamerle rápidamente las tetas. Luego y para mi sorpresa en uno de los ataques del perro a la vagina de mi hermana ella, que lo recibió por atrás cuando lavaba algunos vasos, instintivamente se acomodó como para aprovechar mejor el empuje. Esto fue lo que definitivamente me hizo prestar atención a lo que estaba ocurriendo y ya alertado por todos los relatos que vi en esta página, le pregunté a mi hermana directa y abiertamente si jugueteaba sexualmente con el perro. Al principio ella dijo que no, aunque noté que no le sorprendió ni le pareció asqueroso que preguntara por eso. Le conté todas mis lecturas en Internet respecto a la zoofilia y los comentarios de las mujeres respecto a las bondades de los perros en materia sexual. Ella hizo comentarios que me parecieron que nacieron de la experiencia y no por lecturas. A todo esto el perro continuaba con sus embestidas hasta que en un momento en que ella estaba parada frente a mí, el perro logró meter su lengua por entre la manga del pantalón y lamió fuertemente su vagina y su muslo. Ella no pudo ocultar su cara de placer mientas entrecerraba sus ojos. No tuve que preguntarle más al respecto y directamente llevé la conversación asumiendo que ella mantenía relaciones sexuales con el perro y ella en ningún momento dijo algo en contrario. A medida que la conversación transcurría yo me excitaba cada vez más y supongo que ella también lo hacía.Le dije finalmente que me encantaría verla tener sexo con su perro. Sé que fue una ...