1. El chico de las galletas (5)


    Fecha: 19/11/2017, Categorías: Sexo Interracial Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Mis clases en la universidad ya habían comenzado y aunque también debía ir los jueves, cuando se realizaban los encuentros, pero en la tarde. Ya desde el comienzo mismo tuve que recurrir a mis amigas cariñosas, esas que les dices que se sienten y se echan, con las que alivié mis urgencias sexuales. Muchas veces me encontraba con Fernando en su casa y veía a su madre, que obviamente me saludaba con total naturalidad, ajena al secreto de sus encuentros. Y a pesar de eso nunca me animé a contarle algo a mi amigo, pues por más amigo que fuera ¿Quién creería que su madre se comportaba como una puta? ¿Y que se dejaba poseer por un asqueroso negro de mierda? Y la verdad que no me encontraba con muchos deseos de ver ese nuevo encuentro pero al final más pudo mi curiosidad. Como otras veces apareció el maldito chico que ingresó a mi casa como si viviera allí, yo esperé el momento adecuado y al ir abriendo la puerta, esta chirrió un poco pero lo suficiente como para inquietarme. Volví a cerrar la puerta y me retiré pero al ver que no pasaba nada, regresé. Otra vez crujió la puerta pero con mayor cuidado logré entrar y unas voces y risas se escuchaban muy cercanas. Simplemente, atisbé a la sala y sorpresa, ellos habían decidido como la primera vez, usar el sofá. El negro se encontraba desnudo y a su vez, era quien desnudaba a mi madre y a su amiga. Cuando los vi, este maldito despojaba del sostén a mi mamá y se daba el gusto de lamer sus pezones que se endurecían por la excitación, de ...
    ... igual forma liberó los deliciosos melones de la señora Julia. Sumergido en un mar de tetas, el chico se daba un banquete a su regalado gusto. Luego se arrodilló delante de ellas, tan solo para despojarlas, muy divertido y ansioso, de sus hilos dentales, que cayeron por sus piernas hasta salir por sus pies. Como si fuera un perro el muchacho acercó su nariz hasta la zona genital de mi madre y estiró su lengua, tanteando el clítoris en primera instancia para después seguir hurgando en su interior. Sin dejar de lado a la señora Julia, muy pronto, la lengua rasposa del negro, investigaba en la intimidad de la mujer, tratando de hacer brotar las primeras gotas de sus fluidos. Así estuvo, matándolas a lengüetazos descarados y mortales, y que eran de obvio gusto para ellas. Ni bien se levantó, las dos señoras se arrodillaron, atrapando el órgano inmenso y deforme que colgaba aún fláccido pero conforme al aumento de las lamidas y chupadas, este no demoró en alcanzar su tamaño natural, que de eso no tenía nada. Como un buen par de perras expertas en las lides sexuales, las mujeres hacían gruñir del gusto al chico. Y el muy hijo de puta les jalaba del cabello, cada vez que se tomaban un respiro. - Bueno, señoras es hora de cabalgar.- dijo el negro sentándose en el sofá. Ellas se miraron con la complicidad del engaño y de saber de antemano cada detalle con respecto a cómo satisfacer a su semental. Con absoluta naturalidad, mi madre se colocó de rodillas sobre él. Mientras el negro de ...
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