1. Beto Cienfuegos: un culo en la terraza


    Fecha: 21/11/2017, Categorías: No Consentido Hetero Autor: Stoner, Fuente: CuentoRelatos

    ... realidad tomo jugos… pero bueno, acepto. Con este calor. Entonces me corrí hasta la heladerita y, poniéndome de espaldas a ella, tomé un vaso, le puse dos hielos, un generoso chorro de ron del bueno y gaseosa. Me acerque hasta ella y se lo pasé. - Esta gaseosa es importada, Anyi –mentí – es una… YonCola. Me la manda un amigo desde Minnesota. - Bueno, gracias, Beto – dijo Angélica, admirada por mi gentileza, agarrando delicadamente el vaso y tomando un trago. Cuando lo bajó, lo observó con un gesto de agradable sorpresa. - Que gusto raro, Beto – dijo. - ¿Pero es rica, no? – respondí cruzando los dedos. - Si – admitió mi vecina – no está mal – y dicho esto se zampó otro trago. Me quedé, vaso de cerveza en mano, conversando giladas con ella un buen rato. Noté que, al agacharse, Anyi se tambaleaba cada vez un poco más. Yo cuidaba que su vaso de “gaseosa” estuviese siempre lleno. Entonces, en un momento me alejé de ella hacia la heladerita a llenar mi vaso y mientras estaba en eso, un tortazo metálico retumbó en toda la cuadra. Angélica, sobresaltada, se acercó tambaleándose un poco hasta el borde de la terraza, que ni siquiera contaba con una baranda sino con un pedazo de pared que le llegaba hasta un poco más arriba de la cintura, y estiró su linda cabecita observando hacia abajo, hacia la calle, de tal modo que su culazo quedó servido en bandeja para el embate. -¡Oh, un choque! –exclamó consternada mi vecinita. Me acerqué lentamente hasta ella, midiendo y sopesando en el ...
    ... trayecto ese tremendo orto que parecía aguardar ser ferozmente estaqueado. Me pregunté cómo se las arreglaría el badulaque de Rigoberto con eso, a menos que calzara una tranca importante. - A ver… dije parándome detrás de ella, apoyando disimuladamente mi bulto en su orto, y estirándome como quien no quiere la cosa, con mi mejor cara de gil. Angélica giró su cabeza, sorprendida y me observó de reojo. Saqué pecho sin mirarla. Me dije que ahí se definía el partido. Entonces ella, para mi alegría, volvió a observar la calle sin moverse. - ¡Que bravo, eh! –exclamé observando la calle. La joven señora asintió sin mirarme. Entonces empecé a apoyarle el ganso duro en sus carnosas nalgas. - Fue terrible, parece. - Y, se descontrolaron ¿viste? Y así, palabra va palabra viene, seguía apoyándome el terrible culo de mi vecina. Se ve que el ron había hecho su efecto pues Angélica encajaba mis embates como si nada; entonces avancé y bajé mis manos aferrándome de sus anchas caderas y empecé a encularla con movimientos cada vez más atrevidos. La señora mientras tanto se dejaba hacer, estirada sobre la baranda de material y con los ojos clavados en la calle como si nada estuviese ocurriendo. - ¿Habrá algún herido? – preguntó con su mejor cara de boluda. - Y, capaz, Anyi – dije comiéndole la orejita - , fue muy fuerte… - Hay, si – suspiró ella, tiesa – se ve que fue muy duro, ¿no? - Si, Anyi, está muy duro – dije levantándole la pollera hasta la cintura. Sus piernas eran tersas, suaves y tibias. ...