Descontrol hormonal (cap.II) Un beso a tres bocas
Fecha: 28/11/2017,
Categorías:
Confesiones
Autor: danevil, Fuente: RelatosEróticos
Lucy nació en Dusseldorf, en el seno de una familia adinerada donde ella, como hija única (sus padres, aunque lo intentaron, no pudieron tener más hijos) gozaba de las atenciones y de toda la buena educación que el dinero puede proporcionar. Junto a sus padres, había viajado desde niña a todas partes, pero nunca lo había hecho sola. El año de Erasmus que la había traído hasta el piso que compartíamos, representaba para ella la gran oportunidad de al fin ser independiente; gozaba de un libre albedrío que nunca había llegado a imaginar. Lucy llegó a la ciudad con ganas de estudiar, de salir, emborracharse, conocer gente, pero, sobre todo, Lucy llegó a la ciudad con la firme convicción de perder la virginidad. Así me lo contó Alma, mientras compartíamos el cigarrillo de rigor luego de otro gran polvo. Es virgen y anda cachonda todo el día la pobre, me decía. Esta información fue como un regalo caído del cielo. En su mirada y actitud había notado los mismos cambios que en Alma. Justo ese mismo día en la mañana, cuando entré a la cocina a buscar cualquier cosa con qué desayunar, me encontré a Lucy buscando algo en la nevera. Vestía un camisón de algodón amarillo de esos cortos que acaban justo por encima del ombligo. Y abajo nada. O casi nada. Sus pies descalzos, sus largas piernas, una panty rosada que apenas cubría nada. Cuando le vi casi me corro en ese mismo instante. No sé cómo, contuve el impulso de follarla allí mismo de cualquier manera. Ella se giró, sonrió y enseguida ...
... sus ojos verdes apuntaron hacia mi entrepierna. Luego me dijo algo así como: �Ay, ay, ay, papito, papito�. A continuación me sacó la lengua y salió corriendo como lo haría una niña de primaria. Alma, a la vez que se masturbaba frotando su clítoris en círculos de infinitas vueltas, me iba contando más detalles sobre Lucy: que si nunca había tenido novio, que un chico la había besado el otro día en una discoteca, pero que a la hora de la verdad ella se echó para atrás. Decía que se estaba guardando para alguien especial. De pronto Alma me trajo de vuelta al mundo real, a nuestro piso, a su habitación, a su cama, a su entrepierna. Tenía el coño irritado y los labios de su vagina hinchados de tanto follar y porque no paraba de masturbarse. Se tocaba todo el tiempo. Resultó obvio para mí que la testosterona le encantaba porque ya era una viciosilla. Alma disfrutaba del sexo desde siempre, lo llevaba en su ser, la testosterona tan sólo se estaba encargando de derrumbar los pocos tabús que hasta entonces todavía conservaba. La historia sobre Lucy se estaba tornando aburrida cuando de pronto Alma soltó la frase: �Pero besa bien rico -y después de una corta pausa-, me encanta besarla�. ¡WTF! Eran casi las diez de la noche y a mí se me prendió el bombillo. -¡Vístete! �le solté de pronto a Alma-. Vamos a la inauguración de un bar. Ella no tardó mucho en ponerse guapa. Sólo necesito encajarse unas lindas bragas, una verde falda corta, una ajustada camiseta azul, el primer par de zapatillas ...