TRES PENES INOLVIDABLES (Segunda parte)
Fecha: 24/09/2020,
Categorías:
Gays
Tus Relatos
Autor: Hernando, Fuente: RelatosEroticos-Gratis
... confusa... Afortunadamente no insistieron, pensando que probablemente había hecho mi primera conquista feminina ! Por la noche, durante la comida, mi padre sugirió que al día siguiente haríamos una excursión a las Islas del Rosario. Inmediatamente les dije que no me interesaba, que teniendo que ir en barco, yo sería seguramente mareado, y que no quería pasar todo el día enfermo.
- "Y que vas a hacer entonces ?", preguntó mi madre.
- "Me quedo aquí... en la playa !"
Mis padres se miraron con un aire cómplice, pensando que por cierto quería encontrarme de nuevo con mi supuesta "conquista"... Aceptaron sin dificultad de abandonarme a mi destino...
La mañana siguiente, tan pronto mis padres se fueron para tomar el barco hacia las Islas del Rosario, descendí del apartamento. Lo que me asombró fue que, a pesar de la hora, apenas las 9, había ya mucha gente en la playa, familias enteras ! Me acordé que era domingo. Me paseé al borde del agua, mojando con mucho gusto mis pies en el agua tibia. Había pocos chicos a esta hora, ví solamente unos andando por grupos de dos o tres, mozos bien hechos, torso desnudo, pectorales marcados, y, en sus pantalonetas, protuberancias muy prometedoras... Eran jóvenes costeños, caminando con ese paso felino característico de la gente del Caribe. Todos me parecían tener confianza en sí mismo, como si fueran conscientes de su encanto y de su poder de seducción. Ellos se reían, hablaban de una voz fuerte y grave, se palmeaban en la espalda ...
... para felicitarse de una broma o de una observación cruel a expensas de alguien que ellos venían de cruzar. Pude, al paso, oír uno de los chicos confesar a sus amigos que habría con gusto "clavado su monda (verga)" en la "culona" que tomaba el sol al borde del agua.
Esta declaración me hizo girar la cabeza hacia su autor, un machito bien parecido y masculino, e a quien yo habría con mucha gana ayudado a liberar sus hormonas... El chico notó que lo estaba observando, y cogiendo su bulto a llena mano, lo agitó muchas veces en mi dirección, como para decirme : "Si esto te interesa...". Giré en seguida la cabeza por temor de que esto degenere.
Continué mi paseo, acercándome poco a poco al final de la playa y al dique. Subí sobre los gruesos peñascos del rompeolas, con el fin de alcanzar a donde el día anterior se encontraba el gimnasta haciendo entrenamiento. El culturista negro no estaba, sin duda porque era demasiado temprano. Ví sólo a un pescador de caña, con quien no me atreví a entablar la conversación. Regresando a la playa, sobrepasé un aparcamiento de coches destinado a los clientes de diversos restaurantes. Proseguí más adelante hasta un casino y varios grandes hoteles. No se podía ir más allá. No sabiendo qué hacer, y no queriendo andar otra vez a lo largo de la playa, en sentido contrario, decidí enfilarme en la grande avenida de Bocagrande, una calle muy ancha que se dirige hacia la ciudad y las murallas, y que permite acceder a los edificios construidos sobre la ...