Descontrol hormonal (capítulo I)
Fecha: 13/12/2017,
Categorías:
Confesiones
Autor: danevil, Fuente: RelatosEróticos
-Pasa y cierra la puerta. Escuché aquella frase y por un instante no supe qué hacer. Alma se encontraba desnuda, recostada en su cama, con sus largas piernas abiertas y su húmedo sexo apuntando directamente hacia mí. Aquel era un espectáculo que había imaginado infinitas veces, pero la realidad en aquel momento dejó en completo ridículo a mi imaginación. ¿Entonces �me preguntaba a mí mismo mientras cerraba la puerta- así es que funciona? Alma no perdió nada de tiempo. Aún me encontraba inmerso en mis reflexiones cuando mi roommate me sorprendió con su don natural en el arte de la garganta profunda. Y no es por tirarme flores, pero mi miembro no es de los pequeños. Muy pocas mujeres habían logrado comerme la polla entera, pero, sin duda, ninguna había mostrado habilidad tan asombrosa. Y por un momento me vino a la cabeza aquella canción que dice: �la vida te da sorpresas, sorpresas te la vida�. Con los labios de Alma rozando mis huevos, sonreí pensando en la canción, ¿pero era una sorpresa lo que estaba ocurriendo? La verdad es que no. Sabía que iba a pasar, lo que no sabía era el cómo ni el cuándo. Alma era una de mis tres compañeras de piso. Todas ellas estudiantes de Erasmus. Lucy y ella se habían mudado al piso a principios de año. Una era alemana, mientras que la que se encontraba de rodillas ante mí era noruega, estudiaban juntas, y por las anécdotas que contaban, eran dos amigas buscando vivir nuevas aventuras. La otra compañera de piso se llamaba Ankie, era holandesa, ...
... y era la que pasaba menos tiempo en el piso. Alma continuaba devorando mi polla, a la vez que se frotaba enérgicamente el clítoris, cuando escuchamos abrir y cerrar la puerta principal de casa. Por unos segundos, Alma se detuvo, pero inmediatamente después continuó chupando mi miembro como si nada. Mi curiosidad, sin embargo, no podía dejar de preguntar sobre quién se trataba. ¿Será Lucy?, ¿será Ankie? Resultaba evidente que mi plan para follarlas a las tres estaba funcionando. Pero demasiados factores externos que no podía controlar causaban en mí tanta incertidumbre que a punto estaba de perder la razón. Pero allí estaba yo, desnudo de la cintura para abajo, contemplando el espectáculo, viendo como los labios carnosos de Alma recorrían una y otra vez de forma entera mi verga, presenciando como, la hasta entonces santa, gozaba escurriendo de mis huevos sus propias babas. Placer ¡Placer a lo grande! De vez en cuando ella abría los ojos y dirigía su mirada directamente a la mía. Aquello me encantaba. Como me encantaba ver las curvas de su cuerpo desnudo siguiendo el ritmo que marcaba su garganta. Alma estaba caliente, seguramente, caliente como nunca antes. Y la culpa era mía. No porque le haya regalado flores, ni porque hubiese desplegado las artes de un experto seductor. Alma estaba caliente por culpa de la testosterona. Testosterona, que al igual que a las otras dos chicas, de forma regular, me encargué de administrarles. Trabajo fácil. La hormona viene en un tubo y es un ...