Visitas a mi vecino (El mirón)
Fecha: 17/12/2017,
Categorías:
Gays
Autor: dont343, Fuente: CuentoRelatos
... mucho! ¡No puedo evitarlo!, nene. - ¡Bueno, está bien!… ¡a ver cuando me llamas para quedar! - ¡En cuanto que pueda! Necesito desocuparme un poco. Ahora tengo mucho trabajo en la productora - ¡Está bien! Espero que me llames ¿vale? - Ok. Yo te llamo... Se cambió y se puso cómodo (en calzoncillos); y bajó a la cocina. - ¿Te queda mucho “abu”?… - En cinco minutos estamos comiendo, hijo ¿vale? - ¡Venga!; y salió a la terraza. Se estaba nublando… Enseguida... - DIEGUITO, LA COMIDA YA ESTA PUESTA. Se sentaron a comer; y Diego devoraba, mas que comía. A tal punto, que su abuelo le aviso para que no comiera demasiados pimientos, porque: - ¡Podrían sentarte mal, hijo!. - ¡Gracias “abu”! No sé que me pasa hoy, pero tengo mucho hambre... - Yo una vez me puse muy malo, hijo. Y ya sabes que a mi me gustan mucho. - ¡Vale!... ¡oye!, ¿sabes? Hoy tengo ganas de dormir. Creo que yo también me voy a echar un rato. - Pues yo, voy a bajar a casa de D. Carlos. Y en cuanto me tome la manzanilla, me subo. Ya sabes, que yo la siesta no la perdono. - Bueno, “abu”. Lo dicho. Que me subo a echarme ¿vale? - ¡Vale! ¿Que descanses, hijo! Al rato, oyó la puerta de la calle y supuso que era su abuelo, que bajaba a casa de D. Carlos. Se dio la vuelta y se quedó dormido. Cuando se despertó eran las 21:10, y el silencio en la casa era notable. - ¡Joder, que horitas! un poco más y empalmo con la noche. Se levantó y bajó a la cocina. No había nadie en casa. ¡Que raro! - ¿Donde estará el “abu”, pensó.... Se puso ...
... el pantalón del chándal, la camiseta roja y las chanclas grises; y bajo a casa de D. Carlos. - ¡Buenas!, ¿está mi abuelo aquí? - Estuvo a la hora del café, Diego; pero quedó con Tomás para ir al parque. ¿No ha llegado aún? Quizás se hayan entretenido un poco. No quiso dar muchas explicaciones y... - ¡Gracias D. Carlos! supongo que será eso. Estaba empezando a oscurecer y al entrar en la cocina le llamó la atención la luz que se veía en la ventana de enfrente. Era la luz del salón de la vivienda de enfrente, que dejaba a la vista la zona reservada al tresillo. Y a Diego hubo algo que le llamó la atención poderosamente. Dejo la luz apagada y subió a por sus prismáticos. Necesitaba saber si lo que creía estar viendo era cierto, o, no. Cuando bajó pudo verlo con absoluta claridad. - ¡Joder!… Se quedó quieto, mirando, sin atreverse a nada. No podía moverse. En la otra parte... Sabía que tenía pinta de macarra; y hasta cierto punto, un poco chulo, si era. Pero también era un buen hombre. Tenía 34 años y no le hacía ascos a nada. Y con esa pinta de malote y ese flequillo negro, que le caía entre los ojos, las tenía a todas locas. Después de ducharse y prepararse a fondo, se miró en el espejo; y vio a un ejemplar espectacular. - ¡No se ha jodido!... ¡como no van a querer follarse a un tío como yo! ¡no veas si estoy bueno!… Se puso unos calzoncillos y se metió los vaqueros viejos, que le marcaban a tope. - ¡Joder que culazo!, dijo; mientras se lo acariciaba... Ya llevaba mas de un año ...