1. Me venció la victoria


    Fecha: 24/12/2017, Categorías: Infidelidad Confesiones Autor: Milfseduce, Fuente: CuentoRelatos

    ... sí, pues preferías coartar tu imaginación; en este momento sé que imaginaste imaginar este momento, y que ahora tu imaginación es más real de lo que imaginaste. Tus manos no son imaginarias, son tan reales como cada parte de mi cuerpo y depende de ti, sólo de ti, que tus manos dejen de imaginar lo que imaginaron y hagan realidad lo que imaginaron”. (Debo decir que reescribo fielmente estas palabras porque conservo aún la tarjeta). Quedé absorta, no por las palabras en sí mismas, sino por lo que prometían y sugerían en ese preciso momento. Sabía lo que significaban esas palabras, no había necesidad de solicitar explicaciones. Mi corazón empezó a latir con vehemencia. Mis ojos empezaron a contemplar la simetría de su cuerpo, de arriba abajo; me di cuenta que me dejé vencer cuando dirigí la mirada hacia el punto intermedio de su cuerpo de donde brotaba aquella armonía y de reojo miraba el reloj: el minutero rebasaba el número 10, es decir, eran más de las ocho. El tiempo, entonces, significaba poco y mucho al mismo tiempo. La tentación era fuerte, inconmensurable, y no pude resistirme. Me sentí vencida por el deseo. Mis manos empezaron a deslizarse por su cuerpo, iniciando por su pecho, luego sus hombros, sus brazos, lo hacía para comprobar si eran reales. Después su abdomen, que era como una piedra, después sus muslos, demasiado duros. Después me puse detrás de él y deslice mis manos por su espalda, ancha y bien formada, luego toqué sus brazos nuevamente pero deteniéndome en ...
    ... sus tríceps, después nuevamente su espalda, hasta la cintura, haciendo un triángulo inverso y luego sus nalgas, redondas, paradas, duras, bien proporcionadas. Él se mantenía erguido, sin moverse. Estando todavía detrás de él, volví a tocar su abdomen, sentía cada músculo de su abdomen, a pesar de que los sentía encima de su playera. Después, brevemente bajé mis manos y rocé su miembro, cuando lo toqué ambos nos estremecimos. Di la vuelta y me puse nuevamente enfrente de él, pero me senté en la silla, miré hacia arriba y me encontré con sus ojos. Bajé la mirada, la cual se dirigió a su miembro, miraba cómo crecía y se marcaba, hacia arriba y de lado izquierdo en su pants. En ese momento, mi corazón latía a mil por hora. Lo estaba viendo crecer, como si fuera a salirse. Empecé a concentrarme en su miembro, lo tocaba suavemente y lo miraba, acercaba mi mejilla para sentirlo, lo sentía caliente y en algunos segundos mi mirada se encontraba con la suya, la cual denotaba cierto orgullo de su parte. Miraba el reloj, el minutero se acercaba a la media. Sabía que quedaba poco tiempo. Dudé en seguir acariciando su miembro sobre el pants o sacarlo, no dejaba de mirarlo y tocarlo. Finalmente, mis ojos buscaron nuevamente a los suyos, bajé un poco sus pants y saqué su miembro, el cual surgió antes mis ojos: impresionante, nunca le había visto el pene a un hombre que no fuera a mi marido. Llegaba a mirar en ocasiones la entrepierna de algunos hombres pero me reprimía y quitaba la mirada. ...
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