Una ciega chancha y putita (Segunda parte)
Fecha: 28/12/2017,
Categorías:
Fetichismo
Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos
... parte interior de sus piernas y mis manos le regañaban las nalgas con puras cachetaditas. Estaba molesto por saber que otros tipos la deseaban, aunque no fueran muchos. Con esa carga emotiva en mi sangre me subí a su cuerpo, le besé la espalda con mi pija lubricándose con los flujos de su conchita, donde no se la introduje de lleno, y entonces la estacioné entre sus glúteos para presionar un poquito y comenzar a darle masa por el culo. Ya se lo habían estrenado, por lo que no me costó tanto trabajo como lo había idealizado. Aún así la tenía estrechita, apretada y caliente. Sus gemidos ahora eran gritos, pedidos de más pija mezclados con algunos: ¡más despacito que me duele perro, no pares, cógeme el culo, haaaay, no tan fuerte! Le desbordaba la saliva de la boca, se mordía los dedos y lamía los míos apenas se lo sacaba de la concha y levantaba un poco la cola para pegarse más a mi pubis, mientras contestaba mis recriminaciones. ¡¿quién te hizo el orto putita, quién te coge mejor que yo, te gusta sacarles la leche a los viejos sucia inmunda?! ¡la cola me la hizo un policía… fueron tres veces nomás, pero ningún otro lo hizo!, y sí, las chicas me bañan, me peinan, me ponen hasta los calzones y a veces me piden que les chupe la concha!, pero ahora quiero tu pija toda adentro del culo neneee, dame lecheee! Ya no era tan recatada, aunque no había perdido su estilo de gemir aparentando inocencia. Mi pene se inflamaba cada vez más en su agujerito, mis dedos le friccionaban el ...
... clítoris para que incendie las sábanas de tanto placer y mi leche, casi en su totalidad tuvo que derramarse allí adentro. Lo que quedó en mi glande se lo ofrecí a su boquita deliciosa y a su lengua agitada. No podía chupar ni lamer de las palpitaciones que le desfiguraban el rostro! Otra de las vueltas me la llevé a la plaza. Con anterioridad llamé al lugar y le pedí a la venezolana que la vista con pollerita corta, una remerita con brillitos, que le haga dos colitas en el pelo, y que no le ponga bombacha. En la plaza le compré un helado de crema y chocolate y nos sentamos en un banco. La muy chancha se manchaba toda con el cucurucho mientras yo le secuestraba su bastón blanco por todo lo que durara nuestro encuentro. Le comía la boca enchastrada, le metía la mano por debajo de la pollera para pasarle mi helado simple de ananá en la vagina, le sobaba las piernitas y le pedía que me toque la verga, que ya se me explotaba bajo la incomodidad de mi ropa. Cuando no pude más la llevé a mi auto, me agaché y le lamí toda esa conchita fría por todas las veces que se la toqué con mi helado, y cuando sus gemiditos me exigían piedad, ya que la hice acabar dos veces con mi lengua, me subí en el asiento del conductor y la obligué a mamarme la pija mientras regresábamos al bulo. La leche todavía se le confundía con helado en la boca, el cuello y la remerita cuando la dejé en manos de la Beti, que cada día parecía más avejentada. Al tiempito se me ocurrió tenerla en mi casa. Ni siquiera me ...