Las Reinas (II)
Fecha: 01/01/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Luego que el camión saliera del instituto tomó por distintas calles de la ciudad, evitando cualquier intento de persecución, pero como otras veces eso no ocurrió. Luego tomó para las afueras de la ciudad con su cargamento apretado en el piso oculto en el acoplado, y se internó por cerca de dos horas por caminos de sierra y descampados. Las reinas seguían en su lugar cada vez más intranquilas, pero tolerando el ruido y los bamboleos del camión por aquel camino. Luego de mucho el camión se detiene, y minutos después la puerta del contra piso se abre, las reinas bajan contentas de que el trayecto encerradas terminó, y miran a su alrededor. Se encontraban frente a una gran casona de las antiguas que había sido remodelada su fachada de una manera bastante prolija, pero salvo la estructura no había otro edificio a varios kilómetros de distancia. - Dónde nos trajiste - preguntó Cristina - Al fondo pasan toman una sopa y les van a dar ropa, ¿o piensan seguir con esa?- dijo el gordo caminado para rodear el caserón. Susana se miró la ropa del instituto de un color ocre con la insignia bordada, y pensó que tenía razón, por lo que siguió a sus amigas que empezaban a caminar tras aquel hombre - ¿Quién vive aquí?- dijo Sol - Menos preguntas nena, si no te gusta anda tranquila y por la sombra- dijo el hombre Entraron al caserón por detrás y se encontraron con la cocina, muy grande y bien armada, pero el hombre no se detuvo allí sino que abrió una puerta de hoja gruesa y desapreció por ...
... allí seguido de Cristina y de Sol pisándole los talones, de pronto en la oscuridad manos salieron de todos lados tomando a las jóvenes, quienes no pudieron ni gritar y fueron amarradas y les pusieron una cinta en la boca en una abrir y cerrar de ojos. Cuando Susana pudo ver se encontraban la tres juntas atadas en un sótano con seis tipos sin incluir al gordo frente a ellas. - Bien hoy no te podés quejar Rengo - dijo el gordo - Para nada oso, con estas tres pagas todo - le contestó un tipo bajito de traje - Las pelotas, con una te pago la ultima cuenta - Y qué vas a hacer con las otras dos comerlas - No esto es lo que vamos a hacer, yo me quedo con la rubia, y con la otra te pago estadía, y el cuartito que siempre te pido para tener a la rubia hasta que la entrene, qué tal - el Rengo se acercó a las reinas y las miró a las tres, como quien mira ganado. - Bien, por el momento ok, pero después pulimos detalles.- dijo el Rengo tomando la mano del oso. A una señal las tres fueron levantadas y arrastradas para distintos lugares. Susana no dejaba de decirse que había sido vendida, sin poder entender todo lo que aquello significaba. La entraron en una habitación amplia pero sólo con una cama en el medio y un baño atrás, ella fue desatada y la dejaron encerrada en la habitación. Al otro día entró El Oso, canturreando una canción, ella había llorado gritado y golpeado la puerta durante ese tiempo y aunque estaba exhausta no se tendió en la cama de hierro, ni por un instante - Bien, bien, ...