Ana (9)
Fecha: 06/01/2018,
Categorías:
No Consentido
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... Andrés y Joaquín se fueron cuando el sol ya se estaba poniendo. Por suerte para Ana, los domingos no trabajaba, y ese día en particular no tenía nada que hacer. Así que podía dormir hasta la hora que quisiera. Ofreció a Micaela a quedarse a dormir, a lo que la chica aceptó de inmediato. Pero luego Ana se dio cuenta que esta situación le planteaba una disyuntiva. ¿Dónde dormiría Micaela? No le podría decir que duerma en el sofá, teniendo una cama tan grande. Sin embargo, la atracción que sentía hacia ella iba in crescendo cada vez que compartían más tiempo. Y de hecho, escucharla gemir y acabar mientras ella misma era penetrada por Andrés, la habían excitado muchísimo. La seguridad que tenía ante los hombres se evaporaba tratándose de mujeres. ¿Y si Micaela no era bisexual como Ana había asumido? ¿y si ella misma no lo era? — Uso el sofá —dijo Micaela, como si le hubiese leído la mente. No lo había preguntado. Pareció que quería sacarle el peso de tener que decidir, sin embargo, Ana no iba a dejar que su amiga duerma incómoda debido a su propia inseguridad. — Cómo vas a dormir en el sofá Mica, vení, vamos a la cama. Ambas tenían el pelo húmedo y olían a shampoo y jabón, ya que se acababan de bañar. Micaela se durmió inmediatamente. Cosa que decepcionó a Ana. Ambas dormían con una remera vieja (Ana le prestó una a Micaela) pero de la cintura para abajo sólo vestían su ropa interior. Hacía calor, pero como el aire acondicionado enfriaba la habitación, se taparon con la manta. ...
... Micaela dormía como un ángel. Su respiración y el gorjeo de los grillos, era lo único que se escuchaban en la noche. Ana no podía dormir. Una línea invisible la separaba de la mujer que deseaba. ¿Y si la tomo, y ya? Se preguntó. Pero siempre odió a los hombres que hacían eso con ella. Le gustaría haber intentado seducirla. Pero ya tendría tiempo para eso. Sería sutil. Le robaría algún beso como Micaela misma había hecho. Le diría cosas lindas, la acariciaría con cariño, y traspasaría el límite de la amistad, casi imperceptiblemente, a ver hasta dónde se lo permitía Micaela. Perdió la noción del tiempo. No podía pegar ojo, y ahora que la luz natural entraba al departamento, el cuerpo esbelto de Micaela, con ese color marrón de bronceado perfecto, aparecía ante sus ojos, y no quería apartar la vista de ahí. ¿Hace cuánto que no sentía que una conquista era imposible, o al menos improbable? Ciertamente, hace mucho. Sin pensarlo, corrió la manta para verla mejor. Tenía unas tetas pequeñas pero perfectas. Arriba de su labio superior tenía un pequeño lunar en el que no había reparado. Su cabello lacio, color azabache, era la envidia de cualquier mujer. Y sus piernas… Sus piernas eran simplemente increíbles. — ¿Qué hacés? —la voz de Micaela la tomó desprevenida. Los ojos oscuros brillaban y se clavaban en los suyos.— ¿Me estás espiando? —dijo, risueña, más adorable que nunca. Ana la abrazó, y besó sus labios. Micaela no opuso la menor resistencia, así que Ana le dio otro beso, y esta ...