Ana (9)
Fecha: 06/01/2018,
Categorías:
No Consentido
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... copulación Ana le ordenó que le diga que cogía mejor que su esposa, y el muy imbécil se quedó callado. Ella no podía creer que fuera tan idiota. ¿Qué le costaba darle el gusto? — Ahora vas a llamar a la puta de tu esposa mientras me cogés. —le dijo Ana, como para darle una oportunidad de redimirse. — De eso te quería hablar. —Le dijo el vigilante, mientras se ponía el uniforme.— No quiero hacer más esas cosas. Si no te alcanza con que te coja es problema tuyo, pero ya no voy a entrar más en esos juegos perversos. ¡La última vez me hiciste gemir mientras hablaba con mi mujer! — si ella no sabe nada. ¡Que me venís a echar en cara estas pavadas! —replicó Ana, furiosa. — ¿No sabe nada? ¿Sabés lo que me dijo el otro día? —Contestó Federico.— me dijo que tenía miedo de que ahora que estaba gorda por el bebé, la estuviera cagando. — ¿y…? — Y nada Anita. —se acercó a ella y beso sus labios.— yo te quiero, pero tenemos que cuidarnos más. — Si cogemos solo cuando estás trabajando. No hay manera que piense que estas con otra. ¿O estás con alguien más además de mí? —inquirió ella, mas herida en su ego que celosa. — Me tengo que ir Anita. —le dio la espalda y se fue. Ana se lo hizo pagar caro. Durante casi un mes no lo invitó a su departamento, y para colmo, Federico se tuvo que bancar verla salir de noche con sus prendas más sugerentes, y volver por la madrugada. Varias veces la increpó preguntándole a dónde había ido, a lo que ella respondía que no tenía derecho de saberlo. Todas las ...
... noches en que iba a trabajar al edificio le mandaba mensajes, diciéndole lo mucho que deseaba poseerla, y pidiéndole que lo entienda, que no es que no la quiere, simplemente no quería arruinar su matrimonio. Ella le respondía que él solo la quería de puta, así que se podía ir a coger con la gorda de su esposa o con la negra con quien estaba saliendo. Él le juraba y perjuraba que ella era su única amante, pero de nada le servía. Una vez Ana se excedió. No conforme con refregarle en la cara que salía por las noches con quien sabe quién, para que a Federico no le quepe duda de que estaba siendo atendida por otros hombres, llevó a su macho de turno al departamento, ante la mirada atónita del vigilante. Él intento convencerse de que sólo era un amigo, o un pariente. Pero su autoengaño no se podía sostener. Ana había aparecido a las doce de la noche con un hombre veinte años mayor que ella, un viejo, que seguramente estaba pasando una noche como hace mucho no la pasaba. Para quitarse las dudas dejó su puesto, y subió, sigiloso por las escaleras, hasta llegar al piso de Ana. No necesitó acercarse a la puerta para comprobar sus sospechas, porque los gritos de ella llegaban hasta el penumbroso pasillo. Ana estaba gozando con la pija del viejo metida hasta la mitad en su culo, y le dedicaba cada gemido a Federico. Él se acercó y vio a través de la cerradura. Ella se había colocado estratégicamente en el lugar ideal para que él pueda observarla. Para Federico fue muy impactante. Sabía que ...