1. La madre de mi esposa, nuestra maestra sexual


    Fecha: 12/01/2018, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    Una madura enciende nuevamente la pasión entre su hija y su yerno, enseñándoles cosas que disfrutarán hasta el último momento. Una noche, mi mujer tenía muchos deseos de hacer el amor. Hospedábamos a mi suegra, quien se había divorciado tres meses atrás. Siempre la había mirado con ojos de deseo, pues a sus 50 años su figura lucía fenomenal. Ella era delgada y con el cabello bastante corto en tono rojizo oscuro. Unas tetas grandes y firmes hacían de ella un suculento manjar, y aún más sus anchas caderas y gran trasero. Desde que llegó a nuestra casa, mi mujer y yo teníamos relaciones en menor grado y hacíamos poco ruido para que ella no escuchara, lo que me frustraba considerablemente. Tampoco me dejaba hacerle sexo anal como antes. Pero esa noche ardía en fiebre de sexo y por supuesto que yo le cumpliría su gusto. Mi mujer me esperaba en la cama en tanga de hilo que bordeaba su firme trasero y un brasier muy corto que cubría sus senos de buen tamaño, aunque no tan grandes como los de mi suegra. Ella tenía el cabello largo, color negro y algo ondulado. Su sonrisa siempre me había parecido hermosa y sugerente. No era tan alta, pero su bello físico llamaba la atención de cualquier hombre. Con sólo mirarle el trasero tan firme uno podía experimentar una poderosa erección. Usualmente depilada, había optado por dejarse el vello, que le sobresalía del pequeño triángulo rojo de la tanga en todas direcciones. Me acerqué y me despojé de la ropa, quedando únicamente en el bóxer ...
    ... negro que a ella le encanta. Como toda buena esposa, se arrodilló y bajó el bóxer, dejando al aire mi pene ya muy erecto. Dieciocho centímetros no pueden considerarse nada mal, a lo que ella abrió la boca y comenzó a chuparlo usando la lengua y moviendo la cabeza. Hacía movimientos rápidos, pues su calentura era muy fuerte. A pesar de nunca haber sido muy buena en el oral, lo hacía bastante bien. Ambos teníamos 25 años. Unos minutos pasaron cuando la puerta se abrió y apareció mi suegra en lencería negra. Mi mujer y yo nos sorprendimos, pero ella nos tranquilizó y confesó que llevaba varios segundos observando la escena. Miró a mi esposa y le dijo tajantemente que hacía mal el oral y que ella le enseñaría a hacerlo mucho mejor. Mi mujer no comprendió al momento, pero mi suegra se acercó y se arrodilló en donde ella estaba, tomando firmemente mi pene con sus delgadas manos. - Para tener feliz a tu marido, siempre debes cumplir sus deseos sexuales, hasta los que menos te gusten -dijo mi suegra-. Así nunca buscará a otras mujeres que satisfagan sus necesidades. Observa cómo lo hago. Acto seguido, escupió cálida saliva sobre mi pene y lo masturbó, mientras yo seguía conmocionado por la sorpresa (sobre todo por el morbo). - Es importante que el hombre tenga un atractivo visual – afirmó mientras se quitó el brasier con la mano libre. Sus enormes senos quedaron expuestos, coloreados por pezones cafés bastante duros. Mi mujer, cuya reacción esperaba completamente agresiva ante las ...
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