Mis mujeres (IV): Dora (4)
Fecha: 13/01/2018,
Categorías:
Confesiones
Dominación
Autor: zitro1, Fuente: CuentoRelatos
Mire a través de la ventana de la habitación. Hacía un día espléndido a pesar de estar en pleno invierno. Los rayos solares proporcionaban un acogedor calorcito y me encontraba feliz bajo aquella agradable calidez. Tenía la frente apoyada en el cristal y miraba hacia la nada, completamente ignorante de que aquello no había terminado aún. La voz de mi madre me hizo volver a la realidad despertándome de mis meditaciones, a una realidad sorprendente, me quedaban pocas horas para tenerla cerca. - Dora tiene que ir a LGR, está cerca de escasa una hora de coche, pasar por su casa, quiere ir de compras y visitar a unas amigas y solicita tu ayuda. Y cuál era la ayuda? Había quedado para cenar con las amigas y tenía para hacer de canguro para el hijo de una de ellas, la verdad que no me lo pensé dos veces, estar cerca de ella, de paso vendría mi abuelo para unos asuntos suyos pero después volvería en autobús. En LGR, ella fue por su cuenta y yo acompañe a mi abuelo, después comimos juntos en la zona de tascas, dejamos a mi abuelo en el autobús y nos dirigimos a su casa, la de mis tíos. Nada más traspasar la puerta me acerque a ella y la pegue contra la pared del pasillo. - No deberíamos, comentó en voz baja. - ¿Qué es lo que no deberíamos? Ella empezó a agitarse cuando le puse sobre sus hombros mis brazos. Apenas nos separaban unos milímetros, por allí no podía pasar ni el aire. Notaba sus pechos agitarse por la presión de mi torso y sus caderas atrapadas por mis piernas. Un ...
... delicioso aroma entraba por mi nariz. Me empujó para poner distancia entre ambos. - ¡Ahora no! me gritó, mientras marchaba por el pasillo - ¿Por qué?, con fuerza y por detrás la cogí de la cintura. - ¡Te he dicho que ahora no! volvió a empujarme. - ¿Y dejarme así? Yo seré un sinvergüenza según tú dices, pero tú eres una guarra que te has aprovechado y jugado conmigo como has querido y cuando te ha apetecido. Mis palabras le alteraron de tal manera que cuando se revolvió de golpe ya no tenía un rostro amable y cálido, sino hirviente y lujurioso, a la vez recriminando mis palabras, pero no le dio tiempo, le rodee con mis brazos para inmovilizarla y su boca fue invadida por mi lengua. Pasados unos segundos percibí cómo se iba relajando dejándose llevar y esto me hizo estar más excitado si cabía. Baje su mano derecha al bulto de mis pantalones. Ante un suspiro de ella, no vacile ni un minuto, lleve mis manos hacia la cintura y empecé a levantarle el pullover que a la vez le hacía de corto vestido. Ya no era suficiente sentirla de aquella forma, quería notar el calor de su piel y percibir en mi lengua el sabor de los pezones a través de la tela del sujetador. El calor era abrasador, le quemaba la piel, se apartó un poco y echó la cabeza hacia atrás, apoyándose en la pared. - Ven sinvergüenza, pero te recuerdo que esta guarra tiene una cena y no quiere llegar tarde. Cogiéndome de la mano, con una leve sonrisa, abandonamos aquel lugar del pasillo entramos en una sala. La atrape de las ...