Angel de la guarda (I)
Fecha: 01/09/2017,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... molestar a un vecino, ni chicos traviesos que acostumbran a deleitarse con el estruendo de un timbre sonoro para inmediatamente salir escapando del lugar del delito. Al no encontrar a nadie, supuse que bien un chico o bien un grande, había decidido jugarme una bromita que en cierta forma logró que me olvidara de mis pesadumbres y confiado en esa razón me dirigí de nuevo hacia mi apartamento para reanudar la interrumpida actividad que apenas había iniciado. Ni bien acababa de cerrar la puerta tras de sí, cuando de nuevo el timbre bombardea la sala y de inmediato giré la perilla de la puerta con la intención de pillar in fraganti al bromista y la sorpresa que me llevé fue inenarrable. En el umbral de mi apartamento se encontraba, hijo en brazos; ni más ni menos que la joven madre a la que apenas minutos atrás había socorrido en un momento de dura situación, sí; esa mujer que sollozaba a causa de no tener un peso para alimentar a su retoño. Mi expresión debió asustar tanto a la visitante que nerviosa trató de argumentar una disculpa y logré oír cómo me decía que la perdonara y se dispuso a retirarse del lugar. El hecho de que sin conocerme apareciera en mi domicilio me sorprendió y tomándola del brazo la interrogué sobre cómo había dado conmigo y qué se le ofrecía. La respuesta era simple y es que al ver que yo le había ofrecido algún dinero sin interés y que de inmediato me alejé, comió lo más rápido que pudo y tomando a su hijo en brazos; vino tras de mí para poder dar las ...
... gracias y de paso suplicar un techo para esa fría noche; ya que el cuarto que alquilaba en la periferia había dejado de poder utilizarlo a causa de la renta atrasada y como es de suponer; la dueña lo había cedido a un inquilino más solvente. A cambio, la joven madre ofreció pagar con trabajo doméstico al día siguiente o de la forma que a mí mejor me pareciera, inclusive con su cuerpo; ya que trabajaba de prostituta en un local de la ciudad y se apresuró a mostrarme un certificado que garantizaba que no padecía ninguna enfermedad sexual que pudiera contagiarme. La mujer suplicaba con vehemencia y su franqueza al confesar la sacrificada profesión que ejercía me dejó atónito. La verdad es que soy muy desconfiado con los extraños, pero una situación vivida en mi época de estudios superiores ha hecho que sea solidario con los necesitados, eso en este relato no viene al caso; pero precisamente esa experiencia sufrida hizo que no pudiera negarme al pedido de mi desconocida y al tener espacio suficiente y cierta comodidad en el apartamento, acepté que la jóven ingresara a mi refugio y le aclaré que podría pasar la noche pero que al día siguiente debía buscar otro lugar y que no era necesario pagarme por el favor con ninguna clase de trabajo, ni doméstico ni sexual, que se lo ofrecía sin ningún interés. El apartamento cuenta con lo suficiente para una familia pequeña como la mía; tres dormitorios, estudio, cocina, baño, sala y un pequeño balcón que da a la avenida principal de la ciudad. ...