1. Anita y la invasión de albañiles


    Fecha: 16/01/2018, Categorías: Anal Sexo con Maduras Sexo en Grupo Autor: Anitaslut44, Fuente: xHamster

    ... que me sacó un poco el calor que traía, pero no pudo evitar que desapareciera mi calentura.Después de quitarme la espuma del jabón, me pellizqué levemente los pezones, ya completamente tiesos por la excitación y la frescura del agua, mientras con los dedos comencé a acariciarme la vulva, primero por fuera, despacio, separando un poco los labios y luego introduciéndomelos lo más adentro que podía, hasta que mis gemidos fueron convirtiéndose en pequeños gritos de placer. El chorro de la ducha hizo el resto, abriéndolo al máximo dirigí el pico manual contra mi vagina hasta que el orgasmo me hizo doblar las rodillas y quedé en cuclillas temblando y gimiendo.Decidí que el espectáculo para mis improvisados espectadores debía llegar hasta el final, así que, inclinándome ligeramente hacia delante exhibí mi culo ante los tres hombres. Con mis manos me acaricié, abriendo y cerrando el estrecho orificio de mi ano. Luego de meterme varios dedos cada vez más profundo, tomé un consolador de cuatro bolas y comencé a introducírmelo despacio, en seco. Me dolía un poco, pero a la vez sentía un placer desconocido, diferente a todo lo anterior, cuando cada una de las bolas que iban entrando en mi culo causaba una nueva sensación en mí.Seguí un rato metiendo y sacando ese aparato de mi ano, hasta que una nueva sacudida de placer, acompañada por los dedos que jugaban con mi clítoris me hizo retorcer de gusto.Al terminar la ducha regresé despacio a mi habitación, girando la cabeza para ver a los ...
    ... tres hombres todavía en la terraza y aparentemente sin saber qué hacer…Me senté en un lado de la cama, completamente desnuda, cruzando mis piernas. A mis espaldas pude oír los pasos que entraban a la habitación.Estaba completamente excitada. Mientras estaba en la ducha había decidido que me iba a hacer coger por esos tres hombres; sus miradas duras, sus manos callosas y sus cuerpos sudorosos me habían puesto caliente como una perra en celo.Miguel se acercó de frente, diciendo:“Parece que la señora anda necesitando una buena verga dura…”Yo ni siquiera le contesté, solamente acaricié su entrepierna y a medida que mis manos rozaban la tela, su verga se puso más y más dura. Le bajé los pantalones y me puse esa cosa enorme en mi boca. El sabor no era agradable, tenía una mezcla de sudor y orines, pero eso me calentó todavía más. Miguel me sujetó la cabeza entre sus manos y me metió su verga hasta el fondo de mi garganta, haciéndome casi asfixiar con esa cosa.No quiso estar demasiado tiempo así. De repente se sentó en la cama y con una agilidad increíble me tomó por la cintura para ponerme encima de él. Mi concha estaba tan bien lubricada que su dura verga entró de una sola vez; me eché un poco hacia atrás apoyando mis manos en sus rodillas y comencé a moverme y cabalgar sobre él.El segundo hombre, el más rubio, se acercó mirando ansiosamente mis tetas que ahora subían y bajaban al compás de las embestidas de Miguel. El hombre se inclinó y comenzó a chupármelas y manosearlas, hasta ...