Tatuajes (III)
Fecha: 19/01/2018,
Categorías:
Confesiones
Autor: Gato callejero, Fuente: CuentoRelatos
Después de tarde intensa y caliente de playa, una buena ducha, una buena masturbación o paja tomárosla según lo guarro y morboso que seáis, y por supuesto, después de una buena tarde mirando a mi chica de los tatuajes no podía faltar una noche de chiringuitos, caipiriñas y por qué no decirlo, un buen polvo no vendría mal. Aunque saliera solo esa noche, ya que mis amigos preferían quedarse en casa y al día siguiente playa temprano no me importaba. Si encontraba lo que quería mis amigos sobraban, cene con ellos el piso, me vestí y les dije que ahora venía. Me vestí cómodo, y tras visitar varios chiringuitos me quede en uno que era la verdad el que más gente mayor había, aunque vaya marcha. Bailes, copas, miradas, rosetones estaba rodeado de tentaciones. Transcurrieron dos horas de beber y más beber pero sin encontrar a mi chica, así que me dispuse a salir de caza a la pista a ver que ocurría. Sonaba la música y entre miradas y rosetones no estaba animándome, de repente siento una mano agarrar la mía y tirarme hacia el lado contrario, me dejó llevar y para mi sorpresa era ella mi chica de los tatuajes. Estaba radiante vestido azul metálico y muy brillante, pelo aleonado escote en el que desfilaban esos redondos y potentes pechos, apenas maquillada solo sombra de ojos y brillo en los labios dando la sensación de estar húmedos. Mi mente reaccionó a la vez que mi cuerpo y empezó a notar que algo crecía en mi bragueta, mi guardián quería salir y estaba bien marcado en el pantalón ...
... dando la nota. La chica me rodeo con los brazos me aprisiono contra ella y empezó a moverse muy lento pero muy intenso, se acercó a mis labios rosándolos, ni me dejaba tocarlos ni hacerle nada era sumiso de sus juego, de repente me dio la espalda y al ritmo de la música que por cierto era la de Alexander Pires que "quitémonos la ropa". Puso su culo entre mis ingles y sin cortarse un pelo agarro mis manos y las llevo a su cintura, me hice notar al instante y ella lo supo y apretaba más su culo contra mi pene, si yo, la sentía, ella no tenía más remedio que sentirme a mí. Mi pene se había incrustado entre sus nalgas y casi podía sentir como mi punta del glande perforaba mi pantalón y se mojaba con el roce de su coñito Los bombeos iban en aumento se pegaba a mí, y solo esa forma de mirarme y respirarme en el oído, hacía que yo ya ese día deseara follarmela allí mismo. Podía sentir como su cuerpo y su mente estaban excitados, sus miradas eran atrevidas, incluso perversas, aunque perverso éramos los dos en ese momento. Si seguía así iba a conseguir que me corriera estaba sensible y en mi punto no sé por qué lo hacía pero me estaba encantando, no quería que parara. Ya no podía más y con ese movimiento y apretando sus nalgas me acerque a su oído y le susurre; -Voy a correrme no pares. Y sin apenas dejarme tiempo para reaccionar note como las venas de mi guardián explotaban y daban paso, a una buena corrida. Se volvió y mirándome a los ojos, se acercó a mí y me dijo en voz baja; -mi ...