La cabaña: encuentro de dos amantes
Fecha: 21/01/2018,
Categorías:
Hetero
Fantasías Eróticas
Autor: xavimysk, Fuente: CuentoRelatos
Todavía no sé cómo he llegado tan fácilmente. Esto está tan apartado, tan lejos de todo, que pensé me llevaría toda una eternidad llegar hasta aquí y mis dudas tenia de no perderme por el camino. Pero no, aquí está, justo como mil veces me la has descrito, surgiendo de entre los arboles como si al igual que ellos hubiese crecido por si sola en medio del bosque sin la menor intervención humana. No existe ningún indicio del camino que debería conducir hasta la cabaña, imagino que la nieve caída durante la noche ha borrado cualquier rastro y de los cuatro escalones que, según dices, conducen hasta el pequeño porche solo dos son visibles. Me detengo por un instante y miro hacia abajo, en efecto la nieve me llega prácticamente a las rodillas. Giro mi cintura para mirar hacia atrás y observo mis profundos pasos marcados en la nieve mientras una liebre blanca cruza entre arboles atravesando el camino dejado por mis pisadas si apenas marcar las suyas, parece que la gravedad nos trata de distinta forma a los dos. Vuelvo a mirar hacia la cabaña, el único indicio de que se encuentra habitada es el humo que abandona la chimenea, las contraventanas cerradas impiden ver el menor atisbo del interior. Comienzo a recorrer los últimos metros de forma apresurada, ansioso por llegar a mi destino, mientras no dejo de sorprenderme por lo poco cansado que estoy tras la trabajosa caminata. Tropiezo con los primeros peldaños ocultos en la nieve y solo gracias a que me sujeto a la barandilla de ...
... madera que recorre el porche evito la caída. Una vez arriba me detengo brevemente frente a la puerta, respiro un par de veces y sin pensarlo más la empujo recibiéndome el interior con una oleada de aire caliente. -No te quedes plantado en la puerta como un tonto, vamos entra y cierra que se escapa todo el calor. Reconocería tu voz entre mil millones. Obedezco y tras entrar cierro la puerta dejándome caer contra ella de espaldas mientras mis ojos tratan de adaptarse al cambio de la claridad exterior a la penumbra interior. Toda iluminación la proporcionan cuatro o cinco velas diseminadas por la estancia que se suman al resplandor del fuego que arde en la chimenea y justo allí, agachada frente a esta, estás tú intentando prender lo que parecen unas varas de incienso en el fuego. Sí, eres tú. No hay duda, eres cien por cien tú y cien por cien tú es toda la cabaña y el ambiente que en ella has creado. -¿Por qué has tardado tanto? –Peguntas mientras te levantas y colocas el humeante incienso en una especie de cenicero alargado. -No conocía el camino. -Claro que lo conoces, te lo he explicado un millón de veces -Me contestas mientras te giras y comienzas a caminar lentamente en mi dirección. Tú brillo es mucho más intenso que el del fuego que arde detrás de ti. Estás preciosa, llevas puesto el camisón de tirantes con flecos que quedó grabado en mi cerebro hace tantos años y que vagamente me recuerda a la indumentaria que las indias americanas en antiguas películas del oeste. Tu pelo ...