Las putas de mis vecinas (venirse cada dos meses)
Fecha: 22/01/2018,
Categorías:
Anal
Masturbación
Voyerismo
Autor: josuecali, Fuente: xHamster
... "adelante", y le hice una reverencia, con la finalidad de verle el culo. Todo lo que había imaginado me dejó hacérselo, estaba completamente mojada, no había terminado de venirme en su culo, y ya me lo estaba chupando, hasta el fondo, recogiéndose el pelo y mirándome con ojos de súplica, y finalmente, también me la cogí de forma "natural". Para evitar cualquier malentendido, le dije que tenía que trabajar mañana. "Bueno", dijo, "me hablas", le abrí la puerta y salió. Al fin una puta, espléndida. Le hablaría, claro, cuando me volvieran a dar ganas de coger con ella, lo que podía ser en un mes, dos meses, no lo sabía. Al día siguiente, vino la vecina casada, la guapa señora, y me invitó a una comida en su casa. Fuí, claro, y la encanté con mi completo entendimiento de la vida matrinonial y el importantísimo papel de la mujer en el hogar. Más y más halago, más y más cachondez para ella, y para mi regocijo, su marido celoso, sólo escuchándome y de vez en cuando diciendo una estupidez, hasta que se fue al aparato de sonido y a platicar con otros invitados. "Es usted una señora muy guapa", le dije; "me sorprende, es más atractiva que muchachas de veinte años". "Ay, gracias", dijo acariciándose la blusa y la falda por la cadera". Cuando fue a ver que la sirvienta se apresurara con el pastel de postre, fuí a buscarla porque, para qué mentir, una mujer agradecida siempre me ha puesto cachondo. Me la topé junto a las escaleras, antes de llegar a la cocina, y la acaricié de la ...
... cintira: "está usted muy delgada", "gracias", dijo en la penumbra. De haber un poco más de luz, no se hubiera dejado abrazar, y no se hubiera dejado jalar hacia la sala, también en la oscuridad. La besé, la seguí halagando: "se parece usted a la duquesa de Alba, con esta cinturita". La muy puta y tonta no sabía quién era la duquesa de Alba, pero le gustó el cumplido, sonaba muy encopetado, y cuando halagué sus pestañas ("tan largas como para ahorcarse con ellas"), me besó como si besara un pastel de miel, tan zorra que de recordarla me viene una erección. La tomé de los brazos y con una ligera presión hacia abajo la olbigué a ponerse de rodillas, en donde quería estar, naturalmente, desde que me había conocido, desde que había sido su nuevo vecino, joven e inteligente, guapo y amable. Se fascinó con mi verga en su boca, se acarició con ella las mejillas, me la babeó, me acarició las piernas y mi abdomen. Sentir con mis manos su cabello rubio y lacio, el olor del jabón con que habían lavado el piso del pasillo y el sonido amortiguado de sus lamidas y gemidos por la alfombra de la sala, me hicieron venirme como nunca antes. Sentí mi semen en su cabello, literalmente, en su cara, y escuché que dos ráfagas de semen caliente fueron a dar al sillon, y otras en la alfombra, y otro tanto, lo menos sin dejar de ser mucho, en su cara y boca, cuello, y blusa, y falda y muslos. Me tumbé en el sillon con descansabrazos y ella, volviendo en sí, dijo triste, "¿qué vas a pensar de mí?, bueno, no ...