Viaje al placer perdido
Fecha: 29/01/2018,
Categorías:
Gays
Autor: damale, Fuente: RelatosEróticos
... Entonces me asaltó de nuevo la punzada de pánico, pero no encajaba demasiado con la excitación que me producía estar desnudo ante un macho semejante, los dos empalmados, y pronto lo descarté. Le hice un gesto hacia la mesilla en la que había dejado la caja de condones y me acomodé de espaldas. Antonio se levantó de la cama para que me pusiera más al centro y comenzó a pajearse mientras yo me abría de piernas y me echaba un poco del lubricante de fresa que había estado usando en mis fantasías de meses previos para introducirme lo único que tenía a mano: mis dedos. Sabía que iba a dolerme, porque su polla era mucho más gruesa y larga que mis dedos, con los que ademaś no me llegaba todo lo que me hubiera gustado, así que eché lubricante de nuevo. -Ya te llega -me dijo. Todavía pajeándose, sin dejar de mirarme, acariciándome la pierna que tenía más próxima. Sonreí un poco forzadamente en esa ocasión y le hice un gesto de asentimiento; él cogió un condón, se lo puso, y trepó de vuelta a la cama para colocarse entonces entre mis piernas. Agarrando mis pantorrillas, se las echó al hombro y a continuación tiró de mis caderas para acercarme a él; su erecto y ardiente miembro viril resbaló por mi agujero sin entrar, mientras se echaba encima de mí y, apoderándose de mi boca una vez más con sus labios, silenció mi sorprendida protesta. -Despacio -le supliqué a duras penas. Él asintió, mirándome a los ojos con aquella expresión de encendido embelesamiento que hasta entonces había ...
... mostrado y bajó su mano derecha para guiarse la polla hacia mi ano. Enfundada en el condón, y con la cantidad de lubricante que me había puesto, la sentí otear con una mezcla de aprensión y deseo. Pese a todo, una vez ubicada en posición, el inicio de su fuerza despertó un ardor en la zona que me hizo gritar brevemente; él se detuvo en seco, preocupado de haberme herido, pues la sensación había sido muy semejante a cuando había tratado de meterme aquél pepino… Respiré hondo un par de veces, tratando de serenarme. “Tengo que poder”, me recordé, al fin y al cabo, lo había logrado con la hortaliza y (creo que necesito ayuda) necesitaba tener un macho dentro de mí. De modo que al cabo de unos segundos, le hice un gesto con la cabeza para que volviera a intentarlo. Antonio me besó de nuevo y repitió la operación; pero, aquella vez, forcé hacia fuera al tiempo que él empujaba y, en un segundo, su rígida, caliente y tersa polla se deslizaba suave y húmedamente dentro de mí. Alucinando ante aquella desconocida sensación, me relajé de golpe; él se detuvo en seco, temblando ligeramente, y me miró de forma inquisitiva. -Me encanta -logré susurrar en un gemido, y sonreí, creo que colorado. Y entonces él entró por completo y de golpe, y algo activó dentro de mí que me hizo proferir un suspiro gritado mientras fuertes oleadas de placer recorrían mi cuerpo, que ya no me parecía torpe e inadecuadamente masculino. Todo mi vello se puso de punta cuando, con aquella mole de semental dominándome desde ...