Mi hija y el MSN - Parte 5
Fecha: 31/01/2018,
Categorías:
Incesto
Fantasías Eróticas
Autor: Dark knight, Fuente: CuentoRelatos
... después? —Cuando me la iba a meter, le dije que si no traía condón y me dijo que no. —No me digas que lo hiciste sin… —Descuida. Como no tenía hulito, pues no lo dejé que lo hiciera. —Y se fue así tan tranquilo? —No, pero eso lo dejo a TU imaginación. Solo quiero que sepas que no lo dejé que me cogiera. —Menos mal. – Dije como si estuviera aliviado. —El punto es que como comprenderás, estoy que ardo y ni el baño me quita la calentura. La pregunta es… ¿Qué vas a hacer tú al respecto? —¿Qué ofreces? —Ah, te pones los moños, papá cachondo? —Estamos negociando, hija putita. —Quiero que me cojas, así sin más, lo ansío tanto. —No lo ansías lo suficiente, por lo que veo. —¿Qué quieres decir con eso? —Ya lo verás. Ven vamos a salir del baño porque ya me dolieron las nalgas. —Está bien, dijo saliendo de la tina. Mientras se secaba con una toalla, su coñito chorreante de agua quedó a escasos centímetros de mi boca. Ansiaba comerme ese manjar lo antes posible. Me dolían los huevos con ese dulce dolor de anticipación del deseo. Las gotas de agua adheridas a su joven piel, sus formas turgentes, eran una visión encantadora. Finalmente se agachó para secarse las piernas, y sabiendo lo que hacía, me mostró sus nalgas en todo su esplendor antes de terminar de secarse y guiñarme el ojo con coquetería. Como pude me salí de la tina también y me sequé con la toalla que ella había dejado mojada. Mientras me secaba salió del baño y me dijo un sugerente “te espero” moviendo sus caderas con un ...
... vaivén enloquecedor. Con la verga en posición de ataque, me salí desnudo del cuarto de baño y me asomé a su cuarto vacío. Seguí caminando hasta mi recamara y me la encontré tumbada en mi cama completamente desnuda, como un manjar a mi entera disposición. Me acosté junto a ella y sin esperar más, le devoré esos labios carnosos con un apasionado beso que ella correspondió. Nuestras lenguas se buscaban frenéticamente y recorrían cada espacio de nuestras bocas con el ansia de la espera prolongada. Mientras la besaba, mis manos acariciaron sus senos duros y mis dedos aprisionaron sus pezones con fuerza un poco desmedida. Ella solo profirió un quejido, no supe si de dolor o de gozo. No me importó. Estaba desesperado por hacerla mía ya. Bajé lentamente por su cuello y empecé a besar sus senos con mi boca ansiosa. Ella estaba arqueada con sus ojos cerrados, tratando de intensificar el momento de placer. —Hazme el amor, cógeme. – Me susurró mientras la besaba. – Ya no aguanto más. Te deseo tanto. —¿Que tanto? – Le pregunté jadeando también. —Tú juzga. Pídeme lo que quieras y lo haré. —¿Lo que yo quiera? —Siii. – susurró. —Y si te pidiera que te cogieras a un desconocido en el cine, lo harías? —Lo que tu quieras – Repitió. – Si quieres que se la chupe a un mesero en un restaurante o me deje tocar en el autobús. Tu pide, papito. Eres un perverso Mientras decía esto, fui bajando mi mano hasta tocar su coñito. Como lo imaginaba, estaba empapado y gotitas de su fluido resbalaban por su ...