1. El hijo de mi marido...intuía que algo así iba a pasar.


    Fecha: 05/02/2018, Categorías: Hetero Autor: ErosSeduceMé, Fuente: SexoSinTabues

    Cuando me casé con Jorge, Marce tenía 17 años, yo tenía 21. No nos hablábamos, me culpaba de la separación de sus padres. De a poco, todo fue cambiando... asombrosamente. Marce tiene ahora 33 años, 33 hermosos años. Es un hombre espectacular, no solo físicamente sino por lo enigmático de su personalidad. Nunca se sabe lo que Marcelo piensa. Como les conté con anterioridad, cuando me casé con Jorge, él estaba divorciado de su primera pareja, tiene unos cuantos años más que yo. Su único hijo, Marcelo, no podía ni verme, literalmente. Fueron pasando los años y de a poco fue acercándose a la nueva familia de su padre. Es un muchacho que siempre me intrigó, por la música que escucha, por sus lecturas, su forma particular de ver el mundo un poco pesimista y oscuro. todo eso me seducía. No recuerdo en qué momento comencé a fantasear con Marce. Eran más bien tonterías, ideas locas de una mujer un poco aburrida de su matrimonio. Lo cierto es que cuando Marce venía a casa buscaba estar con él, en su compañía, buscando cualquier pretexto: terminar el vino, mirar un video, comentar un libro. Después iba a dormir con mi marido totalmente excitada, con la cabeza dada vuelta, pero sintiéndome culpable por esto que me pasaba. Por suerte Marce no va seguido a casa, por motivos laborales está poco también en su propia casa, por lo tanto , me daba tiempo para que mi cabeza sacara esas ideas raras, se recompusiera, siguiera mi vida “normal” , hasta que volvía a venir y todo comenzaba ...
    ... nuevamente. Tengo 37 años, cuatro años más que él, me sentía joven a su lado, pero ser la esposa de su padre me frenaba en todos los sentidos, incluso hasta en lo que hablaba. No obstante, el vino fue el culpable de la primera situación “incómoda” por llamarla de alguna manera. Estábamos escuchando música y terminando una botella de buen vino, mi esposo se había ido a dormir porque al otro día se levantaba temprano a trabajar. En una de esas, comienza un tema que me encanta y me levanto a bailarlo. a esa altura el vino ya me había dejado vulnerable. Marcelo se levanta y comienza a bailar conmigo, entonces sin el filtro que da la sobriedad le digo: “Qué lindo que sos”. Al momento me di cuenta que me había sobrepasado, no por lo que dije, sino, cómo lo dije. Marcelo me soltó, dejó la copa y se fue a dormir: “Me levanto temprano, también”, dijo. Quedé a full. Ese primer contacto físico, aunque escaso, fue suficiente para que mi cabeza no pensara en nada más. Marcelo se fue, como siempre, la visita a su padre había terminado. Demoraría unas dos o tres semanas en volver y ya no se acordaría de lo descuidada que fui. Pasaron los días sin pena ni gloria para mí. Marcelo vuelve a las dos semanas. Otra visita igual, de 48 horas. Procuré estar lo más alejada posible, no mirarlo, no halagarlo, nada. Mi esposo tuvo que hacer un viaje cortito con su socio, pero volvía en pocas horas, cuestiones vinculadas a una camioneta de la empresa que había quedado rota en la ruta y que había que levantar. ...
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