Piedra, papel o tijeras -2
Fecha: 10/02/2018,
Categorías:
Incesto
Sexo con Maduras
Autor: juliuspartacus, Fuente: CuentoRelatos
... vino sobre la mesa se las había bebido sola Luego desapareció, posiblemente camino del baño, donde estuvo varios minutos Cuando volvió mi madre salió de la casa quiso ir a la playa pero ya era muy tarde caminamos por más de quince minutos cuando mi madre, de pronto, se metió al agua diciendo M – hace mucho calor poco a poco se fue metiendo en el mar La Seguí ya La cubría por las tetas cuando se tumbó bocarriba, haciéndose la muerta, y yo, poniéndome cerca de ella, la imité. El agua fresca nos mecía en un ambiente tranquilo y relajado pero mi mente bullía, recordando lo que había hecho cómo había tirado a mi madre De improviso me empujaron por los hombros y me sumergieron totalmente en el agua, que entró por todos mis aberturas. No sabía quién me empujaba, pero luché angustiado por sobrevivir Era mi madre, que, riéndose, Con tanto movimiento, las tetas de mi madre habían rebosado totalmente la parte superior de su bikini y se restregaban impúdicamente sobre mi rostro La escuché divertida, mientras me bajaba el bañador, dejando mis genitales al descubierto Al manosear, supongo que por accidente, mi verga dura y erecta, se detuvo contemplándolo impresionada M - ¡Dios mío, cómo lo tienes! Y yo, sobreexcitado sexualmente, aproveché la ocasión para incorporarme y devolverla la jugada con creces. Notando cómo mi bañador se deslizaba por mis piernas, perdiéndolo, tiré de mi madre, tumbándola bocabajo en el agua y la bajé las bragas, quitándoselas por los pies, metiendo a continuación ...
... mis manos entre sus piernas, manoseándola la vulva al tiempo que la soltaba el sostén, quitándoselo también. La escuché chillar como una gatita en celo al tiempo que decía una y otra vez, como intentando imponer respeto M - ¡Soy tu madre, que soy tu madre! Pero yo estaba que no podía parar. Mis manos fueron a sus tetas, sobándoselas, y sujetándola para que no se escapara, mientras que, colocado entre sus piernas abiertas, restregué mi verga parada por toda su panocha, una y otra vez, hasta que, encontré la entrada a su vagina, y se la metí hasta el fondo. La escuché resoplar incrédula al sentir que la penetraba, y chilló entre aterrada y sobreexcitada M - ¡No, no! Pero eso no me impidió que continuará, sino que empecé a bombear con fuerza y rapidez, sujetándola por las caderas. Se agitó ella, forcejeando, intentando patearme para que la desmontara, pero yo, firme, no quería dejar de cogérmela, y la sujeté, impidiéndolo. Enseguida eyaculé dentro de su vagina, relajando mi presa, y fue entonces cuando ella se soltó, y, alejándose nadando casi un metro, se volteó, mirándome en silencio con la cara arrebatada. No encontré furia en su rostro, sino miedo, miedo de lo que había sucedido, y quizá vergüenza, pero sobre todo era deseo lo que exhalaba su cuerpo, deseo de que se la cogieran Pero mi deseo no era menor, a pesar de que acababa de tener un orgasmo, mi cuerpo pedía más, mucho más, y me acerqué a ella. No me rehuyó, sus ojos brillaban y la abracé, aplastando sus tetas enormes ...