Entrega total (capitulo 3)
Fecha: 12/02/2018,
Categorías:
Dominación
BDSM
Autor: cleversex, Fuente: CuentoRelatos
... aunque si estaba todo muy enrojecido: tendría que solucionar ese aspecto. Además, el látigo se había roto y habría que sustituirlo. Se arrodilló junto a ella y la metió la mano en la entrepierna agarrándola el chocho. Instantáneamente, empezó a gemir y las lágrimas dieron paso a los jadeos y un par de minutos después al orgasmo. Cuándo la despertó de madrugada para follarla y para que le ayudara a vestirse, vio algo que no le gusto. En el exterior aun era de noche, pero a la luz artificial del dormitorio era evidente. La inflamación de la mejilla de Marta había dado paso a un hematoma en el ojo izquierdo: lo tenía morado. —¡Joder! Tienes un ojo morado zorra, —la espetó cómo si Marta tuviera la culpa—. Quería exhibirte este fin de semana y así no puedo sacarte por la calle. —Lo siento amo. —Lo sientes, lo sientes, cómo si eso lo solucionara puta zorra, —Paco sabía que la tarde anterior se había pasado, pero le daba igual: tenía a Marta con él para pisotearla. La puso a cuatro patas y la penetró sin miramientos. Empezó a apretarla con furia al tiempo que metía y sacaba el plug que Marta tenía en el culo desde la tarde anterior. Mientras la follaba, vio que los latigazos del día anterior había dejado rastro en la blanca piel de su esclava. Eso, y el moratón del ojo trastocaba sus planes: estaba muy cabreado. Cuándo se fue a correr, se salio y girándola la metió la polla en la boca para que se lo tragara todo. —¿Te acuerdas del contrato que firmaste puta zorra? —la gritó cuándo ...
... Marta termino de limpiarle la polla con la boca. —Si amo, —respondió atemorizada. —Hay puntos que no has cumplido, cómo lo de tomar el sol y hacer ejercicio en los aparatos que… —No he tenido tiempo amo. —…hay en la terraza, —la pegó una bofetada tan fuerte que Marta se calló de la cama. Incluso Paco se asustó un poco, pero no lo demostró—. ¡No me repliques puta! La agarró por el pelo y mientras Marta se agarraba con las dos manos a la muñeca de su amo, la llevó arrastras hasta la azotea dónde en un espacio acristalado había una cinta de correr, una multiestación de musculación y alguna cosa más. —Cuándo recojas los papeles de tu trabajo y los lleves a la gestaría, ya no tienes más excusas: sin falta dos horas aquí, y una hora tomando el sol. ¿Lo has entendido? —dijo sin soltarla el pelo. —Si amo. —¡Perfecto! Cuándo estés morena cómo un tizón se te notaran menos los hematomas. En el botiquín que hay en el baño hay thrombocid: aplícatelo varias veces al día, —se puso a escupirla en la cara hasta que se quedó sin saliva—. Estoy muy decepcionado contigo. Tenía pensado vestirte cómo la puta zorra que eres y sacarte de paseo para exhibirte, pero con un ojo negro no lo puedo hacer: lo dejaremos para el siguiente fin de semana. Además, he hablado con un conocido que tienen una clínica para que te recete anticonceptivos: no quiero que te quedes preñada. Pero así no puedes ir allí. Tirándola del pelo otra vez la metió arrastras en la casa y la llevó al dormitorio. Sin soltarla la puso ...