Solos en la oficina
Fecha: 15/02/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Aquella tarde hacía calor incluso dentro de la oficina, aunque aún estábamos en pleno invierno. Eran cerca de las siete de la tarde y apuraba mis últimos minutos de jornada laboral, terminando algunas cosillas que tenía pendientes y preparando tareas para la mañana siguiente. A esas horas ya sólo quedábamos tres o cuatro personas, entre ellas J., mi inseparable amigo, confidente y compañero de los chats más calientes que había disfrutado en mi vida. Desde aquel memorable polvazo en el parking, después de meses practicando cibersexo por chat en el trabajo, no habíamos vuelto a tener contacto "físico", y sinceramente, lo echaba de menos. Estaba segura de que él sentía lo mismo, por las continuas referencias a lo bien que lo habíamos pasado, y las ganas que teníamos de repetir. Sin embargo, no habíamos tenido ninguna otra oportunidad de hacer nuestras fantasías realidad... hasta esa tarde. A las siete en punto se marchó la administrativa de la oficina, y pocos minutos después otro compañero de mi departamento. Le siguieron dos personas más y así, hacia las siete y media, J. y yo estábamos solos en la oficina. Le miré por encima del monitor y le vi muy concentrado, con los ojos fijos en su PC y siguiendo con los pies el ritmo de la música que escuchaba con auriculares. Era el momento perfecto. Me levanté y me dirigí a su mesa, tan segura de lo que hacía como si llevara días planeándolo. Me puse a su lado, inclinándome sobre la mesa y apoyando los codos en ella. J. se quitó los ...
... auriculares y me hizo un gesto "Que?". "Nada" le dije "sólo quería ver qué hacías, te queda mucho?". "Ya he terminado, estaba jugando un poco" J. continuó la partida mientras yo seguía los movimientos del juego con atención. De repente, J. apartó una de sus manos del teclado y empezó a acariciarme el culo. "Sabes que me pones nervioso con esa postura? Buff... vaya manera de marcar culito..." Me acariciaba sin parar, prestándole cada vez menos atención al juego, recorriendo con sus dedos las curvas bien marcadas por un tanga y un pantalón ajustado. Empezaba a notar cómo se me aceleraba el corazón y mi cosita se humedecía. Separé las piernas ligeramente para darle más libertad de movimientos. Poco a poco sus dedos avanzaban, dejando el culito atrás y acariciándome entre las piernas hasta casi tocar el pubis. Me estaba excitando muchísimo, no sólo por la postura, sino por el hecho de estar haciendo eso en nuestro propio lugar de trabajo. J. respiraba con ansiedad y pronto abandonó el juego completamente. Aún sentado en su silla, una de esas con ruedecitas típicas de oficina, se puso detrás de mí y siguió acariciándome, entre las piernas, la cara interior de los muslos, el culo... Yo empezaba a gemir y él se excitaba por momentos. "Te gusta?" "Mmm... Siii..." "Pues espera". J. pasó sus manos por delante de mi cintura, para desabrochar el botón y la cremallera del pantalón. Después los bajó poco a poco, rozando suavemente mi piel con sus dedos, y dejando al descubierto mi culito con ...