Tania y el mundo 1
Fecha: 23/02/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: AndiCat, Fuente: SexoSinTabues
Tania empieza a descubrir el mundo sexual Eduardo vivía cerca enfrente de mi casa. Cuando cumplí 16, él acababa de cumplir 11 y era bastante tontito. Era, en realidad, un poco torpe y distraído; aunque dibujaba muy bien y se le daba mucho eso de vivir en un mundo de ilusión todo el día. Sus papás no lo mandaban a la escuela, sólo a sus hermanos pequeños, así que él tenía que entretenerse platicando con todos y prestándose a encargos de casi todos los viejitos de la cuadra, quienes lo llamaban ‘Lalo’ de cariño. Mi mamá le pedía que la acompañara al mercado para que le ayudara a cargar algunas cosas, obvio que siempre le daba algo de dinero, algún dulce o le compraba lo que quería. Incluso había veces en que se la pasaba en la casa, ayudándonos con los quehaceres o con alguna remodelación pequeña. Un día que estábamos pintando la sala (“Es que no se ve tan alegre”, dijo mi mamá), Lalo y yo nos turnábamos para pintar la parte alta de las paredes, ya que era cansado estar de pie en la escalerita que nos prestaron. Él, delgado y bajito, tenía puesta una playera y unos pantalones viejos; yo me puse unos shorts de mezclilla (quizá demasiado cortos, pero eran para estar dentro de la casa) y un top deportivo. Soy bajita y delgada, con senos pequeños, pero tengo un muy buen trasero (¡afortunadamente!). Ya había notado que se me quedaba viendo cuando me tocaba subir a pintar, pero se me hizo gracioso, así que lo dejé sin decirle nada. Pero esto cambió un poco cuando mi mamá nos gritó ...
... que saldría para traer algo de comer, pues a doña Flojita no le gusta usar mucho la cocina, y como iba a hacer algunos pagos en el banco, se tardaría un poco. Después de unos minutos de estar solos, Lalo empezó a acercarse mucho a mí cuando subía o bajaba la escalera, de manera que se pegaba a mi espalda diciendo que bajara o subiera con cuidado. Fue en este momento, y sin querer, que empecé a pensar en este niño de manera completamente erótica. Sin pensarlo mucho, le seguí el juego pegándome también a él y estirándome de vez en cuando para que tuviera una buena vista de mi trasero marcándose en ese mini short que tanto le gustaba, pues ya le era difícil disimular su fascinación. Como terminamos rápido, le dije que dejara las cosas ahí y que me acompañara a lavarnos la pintura; lo llevé al baño y le dije que se quitara la playera para lavarle los brazos. Sobra decir que se puso muy nervioso, pero aún así se la quitó. No puedo describir lo que sentí cuando vi su cuerpecito delgado, sin marcar, que me causaba un no sé qué… Me excitaba tener a alguien tan pequeño conmigo. Le dije que le iba a quitar el pantalón para no mojárselo y lo desabroché. Él estaba cada vez más nervioso, pero creo que también excitado, aunque no era muy evidente que digamos. Puse su ropa en mi cuarto y regresé con él. Abrí la llave del lavabo y tomé una esponja para humedecer sus brazos y su cara. − ¿Cómo te siente, Lalito?, ¿estuvo pesada la pintada? − No… Ps más o menos. − Bueno, pues te agradezco que nos ...