1. Mi venganza (2)


    Fecha: 23/02/2018, Categorías: Grandes Relatos, Dominación Autor: AMorboso, Fuente: CuentoRelatos

    ... me hiciste sufrir lo indecible. -¡Mira mi coño hinchado, mira y mi ano casi roto. Tengo la mandíbula fuera de sitio y dolorida toda la boca hasta la garganta! Se levantó y fue corriendo a encerrarse en el baño. Yo me quedé paralizado, si saber que hacer o decir. No recordaba nada y me parecía mentira que hubiese hecho eso. Sin embargo, parecía cierto, la sábana tenía manchas rojas y rosadas, y con otras más grandes que se apreciaba que era semen reseco y algunas rayitas de heces. Sin embargo, no me lo podía creer. Estaba totalmente empalmado y todavía quería más. Me acerqué a la puerta del baño y me pasé una hora hablándole y pidiendo perdón porque lo que había hecho era consecuencia del alcohol, que yo no era así, que lo había podido ver en nuestro noviazgo, etc. Mientras oía sus imparables sollozos dentro. Al final, decidió perdonarme y salió, después de prometerle que no volvería a beber más, la intenté abrazar, pero no me dejó, diciéndome que todavía no estaba preparada. Mientras se vestía, entré yo al baño para hacerme una paja, ducharme y afeitarme. Al día siguiente nos fuimos de viaje durante una semana, y lo único que puedo contar son los lugares que visitamos, lo que comimos en los restaurantes y lo que había en las tiendas. No me dejó tocarla en toda la semana, y yo respeté su deseo. A la vuelta iniciamos nuestra vida en común, yo me iba a trabajar y ella quedaba al cuidado de la casa. No quiso servicio, ya antes de casarnos dijo que deseaba ser ella la que me ...
    ... atendiese personalmente. A las tres semanas de casados, estaba ella friendo un filete con un chándal de deporte en rojo y blanco que le sentaba como un guante, cuando me acerqué por detrás, la abracé y besé su cuello mientras le susurraba “te quiero”. Curiosamente no me rechazó, por lo que seguí besando por ambos lados, sus lóbulos, avancé por la mandíbula… Ella apartó el filete y apagó el fuego, girando y abrazándose a mi cuello, para fundirnos en un apasionado beso. El chándal le duró en el cuerpo un suspiro y mi ropa quedó en un reguero hasta el dormitorio, donde caímos sobre la cama sin dejar de besarnos y acariciarnos. Acaricié sus pechos y froté los pezones entre mis dedos haciéndola gemir. Bajé mi mano hasta sus muslos, subiendo desde la rodilla con caricias hasta su ingle. Ella abrió sus piernas para permitir mis avances y yo pasé mi dedo por su raja. Curiosamente me lo encontré empapado y abierto. Sin decir nada, me presionó para que me colocase sobre ella, quedando mi glande en su entrada. -Por favor, hazlo despacio, no me hagas daño. –Me dijo Metí la punta y me coloque ligeramente arriba, para que mis movimientos rozaran su clítoris, empezando a meter un poquito más y retroceder, otro poco más y retroceder. Ella se movía como si desease que se la clavara de una vez. Ponía sus talones sobre mi culo y los volvía a retirar. Yo no era un inexperto, por lo que sabía positivamente de que estaba deseando que entrase totalmente, pero quise que esperase un poco más, como yo ...
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