1. Primera ves mi cuñada y yo


    Fecha: 06/03/2018, Categorías: Incesto Autor: flowhot, Fuente: RelatosEróticos

    ... semen en su boca le hacía despertar. Pasé todo el resto del día, y también los días siguientes, con todo tipo de dudas. No sabía si mi cuñada se había dado cuenta de algo: ella callaba ni yo, evidentemente, podía hacerle ninguna pregunta al respecto. Decidí suspender, por si acaso, mis visitas a su habitación durante unos días. Pero el periodo de "abstinencia" no hizo otra cosa que incrementar mi deseo de tocar a mi cuñada y tocarme delante de ella. Aunque es verdad que empezaba a preocuparme un poco: no sabía controlarme y siempre quería un poco más, tenía miedo a que, cegado por mi excitación, llegara a penetrarla cosa que, aparte de ser muy mezquina, acarrearía muchas consecuencias negativas, eufemísticamente hablando. El verano se hacía ya notar en todo su calor y Katy empezaba a prescindir de más prendas que le hacían sudar, tipo el sujetador. Además en los últimos días me trataba con más cariño, apretándome y besándome en las mejillas, llamándome "mi cuñado preferido" (también era el único). Pensé que era su manera de agradecerme las comidas que preparaba diariamente para los dos. ! Qué inocente! Lo agradecía sin duda, pero ponía en peligro el periodo de abstinencia de ella que me había impuesto. Hasta que llegó aquel caluroso viernes de principios de julio... Aquel día Katy y yo llegamos a casa juntos. Mientras yo preparaba la comida ella me dijo que se iba a duchar con agua fría para aliviar el calor. Cuando terminó la estaba esperando sentado en la mesa: entró en ...
    ... el salón con una toalla rosa anudada sobre el pecho que le llegaba casi a medio muslo. Se sentó y vi como la toalla se abría dejando ver más muslo casi hasta el pubis. Aunque la había visto ya casi desnuda, aquella visión empezó a despertar mi deseo. La observé durante todo el rato de la comida, su cara, sus hombros desnudos tocados por su pelo que se había mojado, su pecho apretado por la toalla, sus piernas cruzada que rozaban las mías... mi excitación creció. Katy terminó de comer y se despidió para ir a dormir su siesta. Aquel día estaba tan ansioso de entrar en su habitación que ni siquiera esperé los habituales 20 minutos, además se había tomado casi dos copas de vino tinto (normalmente tomaba algún refresco de cola light) que, a mi parecer, tenían que facilitarle el sueño. Me fui, pues, a su habitación. Entré ya con una buena erección que aumentó al ver lo que me encontré. Katy estaba tendida en la cama, boca arriba, completamente desnuda, la toalla que antes le tapaba abandonada en una silla, con su mano izquierda en la misma posición de la última vez, con la boca, esta vez entreabierta, yéndome hacia ella, le dí el beso en los labios y observé su pubis. Su bronceado era dorado y, por mi sorpresa, integral, sin marcas, un triangulo diminuto de vello negro y ralo, perfectamente cortado, coronaba una vagina rosácea y brillante, que la piernas ligeramente separadas dejaban ver bien, con los labios arrugados y no completamente cerrados. Puse mi mano entre sus piernas para ...
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