1. Mi tía Gabita y yo, mi primera vez


    Fecha: 08/03/2018, Categorías: Incesto Confesiones Autor: brandonloredo, Fuente: CuentoRelatos

    Esta historia se remonta a mi época de secundaria, tendría yo algunos 18 años de edad, en la época donde las hormonas masculinas causan una frenética desesperación por el sexo, y cosa extraña es cuando menos oportunidades tiene uno para realizar estas actividades. Por las noches mis erecciones eran constantes y a veces hasta dolorosas, y aunque me matara a puñetas, yo soñaba con el cuerpo desnudo de una mujer, meter y meter aquella verga joven y dura como una piedra, a veces también amanecía mojado, por los constantes sueños húmedos. No hallaba donde meterla, era desesperante. Y ahí estaba ella, Gabita, la esposa de mi tío, mujer madura de unos 38 años, alta y bien formada sin ser una beldad, pero muy atractiva y sola. Mi tío se iba frecuentemente a los Estados Unidos dejándola a cargo de mis pequeños primos, y la dejaba solita durante largos periodos de tiempo, una hembra en toda su plenitud, y sin nadie que le calme sus ansias. Ella vivía casi frente a la de mis padres, así que frecuentemente iba yo a visitarla con cualquier pretexto, y a veces la encontraba en la cocina, o lavando ropa, y algunas ocasiones dormida en su recamara, a veces con las piernas descubiertas, blanca y largas, tersas y frondosas, su culo parado y grande, sus tetas de tamaño normal pero duritas. A veces también teníamos conversaciones triviales, pero a veces me animaba yo a avanzar un poco, porque aquella calentura me estaba matando, ella me excitaba demasiado, como algo prohibido, y como algo ...
    ... inalcanzable. Pero el que persevera alcanza y un día sucedió algo imprevisto e igual de emocionante. Verán, porque cuando yo iba a su casa y platicábamos, por ejemplo; cuando ella lavaba a mano, pues su culo quedaba de una manera un poco agachada y el ir y venir de su cuerpo al lavar la ropa, era excitante, y yo me sentaba atrás de ella, hablando y sobándome la verga, viendo aquel espectáculo. Mi tía usaba faldas holgadas y ligeras, un tanto a la rodilla, marcado sus nalgas y su culo de una manera provocativa y alucinante. -Vente para acá Perico, así me llamaba ella, no me estés mirando las nalgas. Me había descubierto!!! Yo un poco cohibido, tímidamente me pare y puse la silla junto a ella, ella me miro dulcemente como comprendiendo mi situación, tal vez sabía que estaba en mi pubertad y las ganas me ganaban. Mi pene se había parado a todo lo que daba, y pues se me notaba bastante en el pantalón, aunque intentaba disimularlo, no se podía. Aquello parecía tener vida propia. -A ver que traes ahí? me dijo sonriendo. -Nada tía, nada, balbuceé, y sentí una oleada de calor y nerviosismo. -A ver párate por favor, déjame verte bien. Yo la obedecí y me pare casi mucha pena, mi tía iba a descubrir mi erección, pero bueno ahí voy. Me pare lentamente y mi tía no me quitaba la vista de encima, como esperando algo, y así fue, la carpa que hizo mi verga parada era notoria, ella dijo: -Vaya, vaya miren nomas ya eres todo un hombre. Y me escaneo de arriba abajo dando vueltas alrededor de mí, ...
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