Cambiador número dos (Segunda parte)
Fecha: 18/09/2017,
Categorías:
Masturbación
Confesiones
Autor: infrarrojo, Fuente: CuentoRelatos
Lo próximo que vino a pasar con Jimena desafió mi sentido de la lógica y todas mis esperanzas... No era la primera vez que me cruzaba con una mujer que se atrevía a conversar de sexo e insinuaba, incluso sin palabras, que podía ir un poco más allá. Yo celebraba esto, desde luego. Pero también tenía mis reparos, porque al momento de avanzar y “transgredir”, generalmente, aquellas mismas mujeres que habían insinuado ser depravadas más bien parecían algo pacatas para mi gusto... Temía que Jimena fuera una de ellas, así que avancé pero con cierta reserva. ―¿Y vos no intercambiás fotos con Ana? ―le pregunté un día. Estábamos conversando, según recuerdo, de las fotos en general que la gente subía a las redes sociales. Ella miró hacia el costado para comprobar en dónde estaba Nancy. Ese día Marisa no había venido a trabajar porque estaba descompuesta. ―Estamos todo el tiempo juntas ―respondió Jimena al cabo―. ¿Qué sentido tendría...? ―Pues... calentarse cuando no están juntas ―respondí, como si fuera algo muy obvio―. Imaginate que te metés en el cambiador y le mandas una foto porno... Eso la volvería loquita de morbo, ¿verdad? ―me animé a insinuar. Hice esto con un poco de temor. Tal vez estaba siendo muy atrevido. Pero Jimena se echó a reír y se puso colorada. ―No, Dios. Nunca se me ocurrió algo así... Qué degenerado saliste... ―Y seguía riendo. ―Y... ―vacilé un instante―. Hacé la prueba y sabremos qué pasa. ―¡No...! ¿Qué...? ―exclamó ella, ahogando la voz―. Te volviste loco. ...
... Me va a echar si me descubren. ―No pasa nada... ―le dije en tono bajo―. Marta no está y Nancy no se entera de nada. Marta era la dueña del negocio. ―Dale... Metete y mandale una foto a tu novia. Jimena parecía indecisa. ―Vos me querés espiar... Estás loco. No voy a dejar que veas nada. ―No, digo para espiar ―le respondí con soltura―. Si cerrás la cortina, te aseguro, no se ve nada desde afuera. Podés quedarte tranquila. Pero estaría bueno que pruebes para ver qué se siente. Al decir esto me sentí tonto. No estaba hablando con una mujer sin experiencia. Jimena parecía reflexionar, lo cual a mí me emocionaba. ―No, no... Te juro que no me animo ―dijo finalmente mirando a Nancy, que justo estaba acomodando unas prendas a unos metros de distancia. ―Le puedo decir que fuiste al baño... ―sugerí de lo más pícaro. Y entonces se me ocurrió intentar algo, incitarla de manera indirecta. ―Voy a demostrarte cuánto se tarda ―dije y abandoné mi puesto de trabajo―. Esperame acá. Y con el teléfono en la mano me dirigí hacia el cambiador número dos, sin que Nancy siquiera se enterase. El cambiador estaba a nuestra izquierda, y Nancy a la derecha, cerca de la puerta de entrada. Jimena me miraba ansiosa, tal vez llena de nervios. ―Pará... ¿Dónde vas? ―alcanzó a balbucear antes de que yo me metiera en el cambiador. No respondí. Tuve el reflejo de dejar la cortina del cambiador algo corrida, con la intención de que Jimena pudiese espiar si es que se le ocurría hacer eso. Pero a último momento me ...