1. Mi particular noche de bodas


    Fecha: 09/03/2018, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... través de la tela de sus pantalones fue aumentando las exigencias de mi sexo, llevándome casi al borde del climax. En todo caso, no quería correrme todavía, así que cuando mi sexo comenzaba a palpitar anunciando el inminente orgasmo, paré de moverme, y me bajé del sofá, quedando arrodillada frente a Eduardo. Ahora le tocaba a él gozar, y me dispuse a sacar lo mejor de mi repertorio en su honor. Le saqué la camisa, y le fui cubriendo el torso de besos, desde el cuello hacia abajo, deteniéndome en sus pezones, que chupé con gula mientras le quitaba el cinturón y le desabrochaba los botones del pantalón. Le quité los zapatos y los calcetines, y coloqué sus pies sobre mis pechos para que sintiera en sus plantas la dureza de mis pezones erguidos. Después le obligué a levantar un poco el culo para poder sacarle los pantalones, con lo que me encontré ante un enorme verga que luchaba por escaparse de los calzoncillos tipo short ajustado que llevaba. Sé cuánto les gusta a los hombres disfrutar del espectáculo visual de un buen trabajo oral sobre ellos, así que me propuse dejarle observar desde su privilegiada posición la exhibición que pensaba ofrecer. Antes de comenzar con el juego, me puse de pie, me calcé las sandalias y de espaldas a él, a modo de streap-tease me abrí la cremallera de la falda, y me la fui sacando poco a poco, primero levantándola para mostrale el espectáculo de mi durito y bronceado trasero, enseñando en cada alzada de falda un poquito más de carne, hasta que ...
    ... finalmente la dejé caer a mis pies, ofreciéndome en toda mi desnudez. Me agaché, agarrándome con una mano a mi pantorrilla y con la otra sujetándome los pechos, de tal modo que mi culo en pompa quedó expuesto ante Eduardo, que sin poder resistirse, extendió la mano para acariciarme el coño. No se lo permití, y dándome la vuelta de nuevo, me arrodillé frente a él, comencé acariciando sus piernas, lenta y suavemente, desde los tobillos hacia las pantorrilas, y desde estas al interior de los muslos. Eduardo apenas podía aguantar más, y sus muslos temblaban ya de puro gozo, pero aún habría de sufrir un poco más... Me incorporé, y le fui pasando las tetas por la cara; Eduardo intentó cogérmelas con las manos, pero no se lo consentí; fui bajando lentamente acariciando su torso con mis pezones, hasta llegar a su sexo para volver a subir hasta su cara, y nuevamente hacia abajo, a lo largo de su pecho hasta su vientre y su sexo, y continuar mi sugerente caricia a lo largo de sus piernas hasta llegar a sus pies. Me arrodillé nuevamente ante él, y me dediqué a masajear sus testículos y su pene a través de la tela de los calzoncillos. Agarrandole los huevos, le fui proporcionando primero suaves besitos, y después mordisquitos en la punta de su verga sin quitarle aún los calzones. Mis manos fueron acariciando la parte interior de sus muslos hasta conseguir deslizarse por debajo del short, para agarrar, ya sin tela de por medio, su anhelante rabo. Le saqué los calzoncillos, y otra vez ...
«12...789...15»