Con pausas y sin prisa, cogimos 6 veces con Luisa.
Fecha: 10/03/2018,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... concierto de gemidos, suspiros, contorsiones de pelvis y caderas, y un desparpajo de flujo vaginal. Quizás un orgasmo sin penetrarla. Obviamente ella estaba muy caliente y yo, ni que hablar. Sí que tenía ganas de coger y yo de cogerla. No me entretuve demasiado con mi cabeza en su entrepiernas, fui en busca de sus pezones para succionarlos, luego de su boca y mi verga quedó enfrentada a su concha: “¡Adentro ordenó mi calentura!”. Como toda mujer que tiene ganas de coger, Luisa se abandonó a su instinto, despedía un olor delicioso a sudor sexual, a excitación extrema y no se privó de hacerme saber lo bien que lo estaba pasando: -¡Cómo te sientooo! ….. ¡qué lindo que coges!! …. No vayas a acabar todavía …. Dame más, … así … ¡Ahhyyy Dios miooooo!!! … siiiiii ….. lléname la cachucha de lecheeee …- Ahí se acabó el primer, glorioso, polvo de la tarde noche. La sangre volvió a circular normalmente, alabamos lo placentero de nuestro primer cuerpo a cuerpo, nos higienizamos por separado. Cuando salí de la ducha, con slip y camisa, Luisa, cubierta con bombacha y una blusa corta a la cintura, tenía la mesa servida. Fue una cena, improvisada – bocados variados, gaseosas , café al final – y amena. Llegó el silencio pos-infusión y nos quedamos mirándonos inmóviles. En el ambiente flotaba el aroma a carnes exacerbadas y la exaltación de las fuerzas, opuestas, de atracción. Los platos y cubiertos quedaron sin lavar, para no dilatar el regreso a la cama. Perdimos, velozmente, las pocas ...
... prendas que nos cubrían, apenas. Enseguida, volví dentro de ella, por segunda vez. Nobleza obliga, fue Luisa que me metió dentro de ella: el segundo episodio comenzó con una soberbia cabalgata. Siguió un “mete y saca” frenético en pose perrito – la alucinante visión de su culo gestó en mi la decisión de, más tarde, intentar hacerlo por ahí - y culminación en la clásica pose misionero. De regreso “al planeta tierra”, conversamos sobre intimidades y otros temas. Luego, de la segunda ducha de la noche, juzgué prudente comunicarme con mi esposa. La llamé, sentado en el living, con mi celular – le mentí que nuestro teléfono fijo no tenía tono, que la extrañaba, que extrañaba a los chicos y que estaba aburrido solo en casa. Luisa escuchó y, no sin acierto, me calificó de “caradura sin rival”, mientras se acercaba, se sentó en el apoya brazo del sillón y me besó como para dejar sentado que, la noche era joven y que pensaba seguir disfrutándola. -Tenemos hasta mañana, pero ahora me asalta una sospecha: ¿Cómo voy a saber que es verdad que te gusto? ¿Qué te gusta culear conmigo? – dijo sonriendo con picardía. -No te quepa la menor duda, preciosa. Me alucinó hacerte el amor y, de aquí a que salga el sol, te voy a seguir cogiendo, aunque me dejes más seco que uva pasa – Fueron dos sesiones más de “meta y ponga” extremo - la última con culminación de sexo anal – hasta que me dí por vencido y nos entregamos a un corto sueño reparador. El día siguiente, en la oficina, me costó una enormidad ...