1. Borracha y calentita


    Fecha: 19/09/2017, Categorías: Incesto Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    Llegué a casa un poco antes de las 6. Ya era lunes, hacía frío para el look que traía y, para colmo la lluvia parecía inminente. No tenía ganas de salir, pero mis amigas me hincharon tanto los huevos que les di el gusto, y tan mal no la pasé. Como no pude festejar mis 18 por algunos problemas económicos, ellas me sacaron a la pista, y no solo me bailé todo. También tomé y mezclé tragos a lo loco, me chapé a varios pibes y a una mina grande que no paraba de manosearme la cola, le hice un pete a un flaco de seguridad que me sacó a bailar prometiéndome un gancia gratis y, hasta hice pis contra las ruedas de un auto estacionado cuando salimos a la calle con las chicas. No se sabía cuál de las 6 estaba peor. Pero lo cierto es que esa noche me animé a tragarme la leche de aquel musculoso, cosa que nunca había podido concretar por mis prejuicios religiosos. Tenía su sabor intacto en la boca cuando entre dos me subieron a un taxi para que me lleve a mi casa, y en cuanto abrí la puerta solo el silencio me esperaba para que el punchi punchi en mi cabeza suene más fuerte. Todo me daba vueltas. Tuve todo el valor de buscar algo en la heladera para comer, pero en cuanto aplasté el culo en el sillón amplio del living, mi respiración comenzó a apoderarse de los latidos de mi pecho, y no sé en qué momento fue que palmé. Soñaba cosas fuera de foco, como a mí en los brazos del musculoso del boliche, que una mujer me hacía chupar sus tetas de cuyos pezones se expandían unas llamas violetas ...
    ... que me chamuscaban el pelo. Después soñaba que estaba en la camilla de un hospital pero rodeada de tipos con sus pijas duras bamboleándose contra mi cara. De repente, en medio de la confusión y el sosiego de los sueños distorcionados, oigo una voz que dice como a kilómetros de distancia: ¡sacale los zapatos y la evilla del pelo!, mirá cómo biene la pendeja, nunca le había mirado las tetas! Se parecen a las tuyas cuando eras adolescente! No podía asimilar el impacto. Era una voz tan reconocible, masculina y a la vez tan lejana en mi cerebro que no podía decodificar de quién se trataba, o si al menos lo que había escuchado era real. Pronto otra voz se sumó a mi desconcierto. ¡dejame a mí, yo le desabrocho la camisita, que encima la tiene manchada con vino, es una cochina! Era una voz femenina, cálida y maternal. Sentí que me recorrían unas manos, pero no lograba abrir los ojos. Me dolía la cabeza con tanta intensidad que no podía mover ni una pestaña. En un momento sentí los pies desnudos, y que una lengua caliente se anidaba entre mis deditos, que los lamía y acariciaba regalándome el frescor de su saliva con las brisitas que tal vez entraban por entre las cortinas. También sentí que otras manos me tocaban los pechos, que desabrochaban los breteles de mi corpiño, que otra boca estiraba con cariño mis pezones, que resoplaba en el hueco de mis tetas, y que mi blusa era como el papel de un caramelo en uno de mis brazos, hasta que cayó al suelo. Mi sueño se colmaba de paisajes ...
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