1. Venganza (III)


    Fecha: 17/04/2024, Categorías: Hetero Autor: pipotron, Fuente: RelatosEróticos

    ... quedaba eran ya las últimas gotas, que le caían de la punta de la polla, pero le daba igual, estaba en el quinto cielo. Ella tosió varias veces, pero el semen ya iba camino a su estómago. Se sentó en el sofá para coger aire y él hacía lo mismo a su lado, se sentó en el sofá con los huevos
    
    totalmente
    
    colgando, sin fuerza ya p
    
    a
    
    ra nada. Tres corridas en media hora. Estaba seco.
    
    Era el momento del adiós.
    
    -Bueno chaval, vístete, que esto se acabó. Mientras se vestía lentamente, preguntó si se iba a repetir esto. Depende de ti, si te estás callado, puede ser.
    
    Él se acercó a ella, le hizo una caricia, le besó en la boca, y le dijo: Te veo mañana en clase. Salió del salón y se fue sin mirar atrás.
    
    -
    
    Dame agua, se ha corrido en mi garganta, tengo su esperma aún aquí -y me señaló la parte baja del cuello.
    
    -
    
    Ahora no te hace falta. Me acerqué a ella y empecé a masturbarme en su cara. Ella se me quedó mirando sin entender nada, hasta que preguntó: ¿Te vas a correr en mi cara? No ¿En mi boca? Tampoco. No, en mi garganta, no, por favor. Cállate, cuando te lo diga, abre la boca, baja la lengua y aguanta como la zorra que eres, que me queda poco. Aceleré a tope el ritmo. Ya… acerca la cara… abre… más… quita las manos,
    
    zorra
    
    … me voy. Le cogí de la nuca con fuerza para que no se pudiera escapar y se la metí hasta el fondo, noté la presión de su garganta en la punta de mi capullo mientras con sus manos me arañaba el culo para intentar zafarse. Mis huevos, pegados a su barbilla, empezaron a bombear esperma. Un orgasmo me sacudió el cuerpo y, con tanto placer, aflojé sin darme cuenta la fuerza en la nuca, algo que ella aprovechó para apartar a un lado
    
    su
    
    cabeza y empezar a toser. Daba igual, la primera parte de mi corrida ya estaba dentro, las gotas finales estaba cayendo sobre sus rodillas y muslos.
    
    No había nada mejor que correrse en su garganta. Yo estaba ya hecho polvo, pero el día aún no había acabado.
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