-
Túnel dimensional, Camelot
Fecha: 28/04/2024, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... viajes. Apenas había oído hablar a los dos guardias y no sabía a que tribu o noble o reyezuelo podían pertenecer: Germanos, francos, alanos, sajones o incluso tardoromanos. Con un poco de suerte podía hacerme entender en latín. Pero si hubo una palabra que comprendí: Camelot. Si eso era cierto en alguna parte de ese enorme castillo dormía tranquilamente confiado en la destreza de sus caballeros el mismísimo rey Arturo. Esperaba que todos los caballeros no fueran como aquellos dos. Cubierta con una sabana blanca y en plena oscuridad di gracias a su miopía y seguí explorando. Elegí las escaleras de una torre al azar sin saber donde podían llevarme mis pasos. En ese momento solo pensaba alejarme de la patrulla. Si lo hubiera pensado mejor habría sido más lógico ir hacia abajo e intentar llegar a las cocinas o a la habitación de la servidumbre donde habría llamado menos la atención. O incluso a la campiña, más difícil pues tendría que pasar el puesto de guardia. Pero el viaje en el túnel y esa situación me tenían un poco descolocada. Para escapar de otros dos guardias que me acorralaban en un pasillo abrí la puerta mas cercana y me refugié en la habitación que cerraba. Sin darme cuenta, al principio, de que sobre un lecho cubierto de suaves pieles dormía una pareja. Ambos completamente desnudos debido al calor reinante. Ella, una joven morena de impresionante belleza tumbada de costado con la larga melena negra como ala de cuervo extendida a su bien torneada ...
... espalda. Sus pechos grandes y voluptuosos de gran aureola oscura descansaban uno sobre el otro. Y su brazo sobre la cintura de abdominales mercados de un hombre. Era un estupendo ejemplar al que una barba y una larga melena blancas como la nieve daban una engañosa apariencia de anciano. Los pechos de la chica grandes, cónicos y duros clavados en el costado del pecho del hombre que roncaba con suavidad. Su rodilla doblada sobre los muslos de él. Morgana le Fay abrió los negrísimos ojos confiada en los poderes de su magia y en la seguridad de la corte de su hermanastro. Al descubrirme en su dormitorio precariamente cubierta por una sabana blanca y suponiendo acertadamente que algo raro ocurría se levantó. Todavía doy gracias que no se le ocurrió desenvainar la daga que podía ver colgada junto a su cabeza que aunque en una funda enjoyada tenia un aspecto letal. Sin despertar al mago se incorporó y se acercó a mí llevándose un dedo a los sensuales labios indicando con un gesto que parecía universal que no hiciera ruido. Su curiosidad, mas que la sospecha, hacía que no dejara de mirarme. Era evidente que no nos habíamos visto nunca y suponía que ella conocía al menos de vista a todas las mujeres de la corte. Sin cubrir ni sus bellos y duros pechos ni sus rotundas caderas me tomó de la mano y me condujo a una habitación mas allá. A lo que parecía el laboratorio limpio y ordenado de un alquimista. Una estantería repleta de manuscritos en pergamino, además de otras con frascos ...