Gangbang extremo - Parte 4
Fecha: 05/06/2024,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... un par de minutos en avisarme, mientras tanto me había dedicado a jugar con los agujeros de Mar y ella a humillarme susurrándome al oído lo cornudo que era al permitir que cualquiera la usase como una puta cuando a mi no me permitía ni pajearme. Al entrar a la sala comprobé que había más hombres de los que me esperaba, unos veinticinco, todos desnudos, cuatro o cinco de ellos parecían bastante atractivos y con buenos cuerpos, pero el resto eran poco deseables, incluso había un par de tíos que no cumplirían los sesenta y estaban bastante obesos, pero todos ellos, incluidos los dos que habíamos reclutado en la calle, tenían buenas poyas y muchos se empalmaron cuando vieron a mi mujer.
Entonces Dimas me cedió la palabra para que les indicase las normas.
“Esta zorra es mi mujer y mi esclava, estará las siguientes doce horas a vuestra disposición para que la uséis a vuestro antojo, podéis follarla por cualquiera de sus agujeros y correros en ellos con o sin condón, podéis azotarla con la mano abierta en cualquier parte de su cuerpo a excepción de la cara, usarla de urinario, escupirla, atarla, ponerle pinzas en cualquier parte y obligarla limpiar con su boca todo lo que ensucie. No ...
... hace falta que os diga su nombre, podéis usar cualquier adjetivo que consideréis humillante o denigrante y dejar las delicadezas para las mujeres decentes, a esta zorra tenéis que tratarla como lo que es, un cacho de carne con agujeros.”
Le tendí la correa a Dimas para que fuese él quien la llevase hasta la zona habilitada para el gangbang, era bastante amplia con el suelo cubierto por un acolchado de plástico y varios sillones, vi que a un lado había un columpio de cuero y también varios elementos con la evidente función de servir para inmovilizar a mi mujer de diferentes maneras. Yo me dirigí a la barra, me senté en un taburete y me dispuse a contemplar como mi mujer era usada en la sesión de sexo más salvaje de su vida.
Lo primero que vi fue como Dimas la ordenó arrodillarse e ir mamando las poyas de esos hombres una por una mientras él les daba detalles de como él mismo la había usado otras ocasiones. Cuando estaba mamando la poya del undécimo tipo hizo una señal al primero el cual fue hacia donde estaba Mar, se arrodilló tras ella y la penetró por el culo sin ningún preámbulo haciendo que mi mujer, sin dejar de mamar la poya que tenía en la boca, emitiese un quejido de dolor.