El morbo de lo incorrecto
Fecha: 07/06/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: aSeneka, Fuente: TodoRelatos
... decir algo. Lo veo enseguida. El pañuelo de su solapa, al igual que mi padre, ha utilizado unas bragas. Dan el pego para cualquiera que no sepa lo que yo sé. Le devuelvo el guiño y la sonrisa. El pobre no sabe que en realidad son las de su madre y me excita.
—¿Y ese anillo? —me pregunta en un susurro.
—Me lo regaló mi abuela. Me lo quité al morir ella porque me la recordaba mucho. Ahora que me uno a ti, he decidido ponérmelo de nuevo. Quiero que me recuerde lo que gano al casarme contigo.
Le veo emocionarse. Ya se lo pagaré con mamadas. Aunque su padre haya sido más espléndido conmigo en un arrebato, que él durante todo el noviazgo.
Al acabar la ceremonia, todo son bendiciones, incluido Roberto que se acerca con una sonrisa emocionada al verme con su anillo en mi dedo. Sé que para un enamorado errante como él, es decir, un pánfilo, esto supone una especie de matrimonio etéreo-platónico en diferido.
Me acerco a su oído.
—Siento mucho haber sido tan borde contigo el día que viniste a mi trabajo. Estaba muy nerviosa.
Él se apresura a quitar hierro, haciendo que todo quede olvidado.
—Quiero que sepas que llevo las bragas que me diste de tu mujer —le digo para complacerle.
Se aparta de mí. Me tiene cogida de cada mano y me observa con ojos de gatito de arriba a abajo. La emoción le embarga tanto que en ese momento no es capaz de decir una palabra.
—Eres… preciosa —dice por fin—. Simulo sentirme complacida como si nunca me lo hubiera dicho ...
... nadie.
En el banquete me levanto para ir al baño y le pido a mi madre que me acompañe. La atosigo nada más salir del comedor.
—Mamá, tú has follao —le digo a bocajarro.
—Shhh, ay, calla, nena. —Se carcajea por lo bajo y se pone colorada.
No le doy tregua y entramos a los aseos conmigo tirando del brazo.
—Ay, pues… tu padre, chica. Que lleva unos días de un fervor…
Reímos juntas. Ya sé yo de dónde viene ese fervor, pero me hago la tonta y le obligo a que se explaye. Bien sabe ella que nada llega porque sí. No dejo de insistir hasta que suelte prenda.
—Yo creo que hay alguna chica nueva por su trabajo y… claro.
—Se desahoga contigo.
Mi madre lo corrobora encogiendo los hombros.
—Mira, a mí mientras que lo que tenga que dar me lo dé a mí…
—¿Y qué tal es? En la cama, digo. Follando. —Me gusta ser soez con ella, provocarla.
—Ay, nena, pero qué vergüenza. Que es tu padre.
—Venga, mamá, que somos mayorcitas y estas cosas nos interesan a todas, cuenta.
Duda y se pone colorada, pero es un secreto que le quema en la boca.
—Pues fenomenal. Tu padre está muy bien… por ahí abajo.
—Que la tiene grande, vamos —le chincho— ¿Cuánto?
Ella se ríe y se tapa la boca. Yo insisto y separo los dedos índices una distancia algo por debajo de lo que tuve dentro de mí. Ella, tal y como yo deseaba, me corrige y coloca los suyos delante de los míos, pero varios centímetros por encima. Volvemos a estallar en carcajadas.
—Mario… —digo mostrando una separación mucho ...