Mi vecino Adrián, mi obsesión - Relatos Eróticos

Mi vecino Adrián, mi obsesión

... piernas.

Cuando sus manos se sintieron cansadas, me tumbó sobre el sofá, puso mis piernas en sus hombros mientras se apoyaba en mis tetas sin dejar de follarme. Se me iba la cabeza, me sentía morir con aquel miembro en mi interior, rompiéndome, arrasándome, manejándome a su antojo.

Metió y sacó aquello de mi hasta que mis piernas comenzaron a temblar, hasta que dejé de rogarle que siguiera porque ya no podía hablar. Me corrí entre gemidos largos y jadeos. Su miembro me siguió penetrando hasta que casi perdí la conciencia. Cuando caí desmadejada la sacó para acercarla hasta mi boca, no pude hacer nada salvo abrirla y dejarlo entrar hasta casi mi campanilla mientras su mano la masturbaba.

Su semen se fue directamente a mi garganta, a golpes, caliente, espeso, amargo y salado. Parte de él resbaló por mis labios, pero yo seguí mamando hasta que dejó de moverse, hasta que su cabeza cayó sobre su pecho y su mano se apoyó en el respaldo del sofá. La saqué solo para pasar mi lengua por su punta, hasta no dejar ni una gota de aquel líquido blancuzco y pegajoso sobre él.

Como pudo, se dejó caer a mi lado. Parecía respirar con dificultad. Lo miré satisfecha. Me acerqué a su boca y lo besé antes de levantarme para vestirme. El, me miraba como quien ve una aparición. No, creo que aún no se lo creía, no creía que su vecinita acababa de follárselo. No, aquella ya no era la niña que saltaba a caballito en sus rodillas. Era una mujer, una mujer con todo lo necesario para haberlo hecho gozar.

Un pequeño pico en los labios, un guiño, y las gracias por lo sentido antes de salir con dirección a mi casa. No sé si cuando volvió su mujer ya se habría recompuesto, espero que sí, pero lo que sé es que esto se repetirá, seguro que se repetirá.