En Burgos hasta las piedras son Nacionales
Fecha: 20/06/2024,
Categorías:
Lesbianas
Autor: Amorclandestino, Fuente: CuentoRelatos
... la ciudad y visitar el museo. Sus esculturas religiosas románicas, góticas, renacentistas y barrocas de talla policromada o de mármol, sus retablos, tabernáculos y cuadros con escenas bíblicas, sus demás reliquias... Necesito saber el significado de todo lo que veo. Sé lo que significan casi todas las representaciones, aunque algunas no y me veo con la necesidad de buscar información con el teléfono móvil. Tanto es así, que me quedo sin batería. Entre una cosa y la hora, me paso unas cuatro horas visitando el museo. No me puedo ir sin visitarlo todo ni, sobre todo, sin saber lo que significa todo lo que veo. Es una especie de obsesión que tengo. Hasta que, sin darme cuenta, ya ha anochecido y son los seguratas los que me tienen que empezar a «echar» del museo porque ya es la hora de cerrar. Yo acabando de visitar el museo y los trabajadores y seguratas del museo detrás de mí. Escucho algunas risitas, han debido de alucinar conmigo y de mi extraña y maniática manera de visitar el museo. ¡Qué agobio y qué vergüenza, joder! No es la primera ni la segunda vez que me sucede eso en un museo. Por suerte, es justamente cuando cierran cuando termino de mirarlo todo a lujo de detalles.
Es negra noche. Como todos nos hemos ido por nuestra cuenta, me encuentro sola. Voy a darme una vuelta larga. Me he perdido por Burgos. Sin saber cómo ni por qué, he ido a parar a las afueras de la pequeña ciudad. Es muy tarde. Y muy oscuro. Me he quedado sin batería en el móvil. Tengo frío. No ...
... llevo nada más ni nada menos que una camiseta rosa de manga corta, una falda tejana azul pastel hasta las rodillas, unas sandalias negras de plataforma y un pequeño bolso marrón claro con el monedero y el teléfono dentro. Me desespero y empiezo a sentir ansiedad.
Apenas se vislumbra un chispa de luz más allá del alumbrado público y no se escucha un solo decibelio hasta que me acerco a una finca con una casa de dos plantas y de fachada antigua rodeada de un vasto terreno repartido entre campos de cultivo y una granja. Puedo escuchar de fondo sonidos de animales. A través de las ventanas protegidas con enrejados, puedo ver cómo están casi todas las luces de la casa encendidas. Mi olfato se activa. Empiezo a sentir un delicioso olor a caldo de jamón serrano, a huevos fritos a carne de ternera y de cerdo, por lo que deduzco que están cocinando y comiendo en abundancia. No he merendado nada y siento vacío el estómago. Se me hace la boca agua. Conforme me acerco, escucho con más intensidad los ladridos de un perro y un televisor encendido de fondo y una gruesa voz femenina riendo a carcajadas y hablando por teléfono a grito pelado.
–Tía, ayer fui a aquella tienda de la que te hablé y quise comprarme unos sujetadores en forma de top y unas bragas en forma de culotte. Joder, no pude comprar nada, porque lo que hay, gorda como soy y con las tetazas y el culazo que me gasto, es que lo reviento al estrenarlo de lo pequeño que es.
–¡Sí, sí! El mercadillo dominical es un buen sitio ...