1. Confesión de un infiel (2)


    Fecha: 20/03/2018, Categorías: Infidelidad Hetero Autor: AMorboso, Fuente: CuentoRelatos

    ... mientras acariciaba su clítoris con la lengua. Su respiración se hizo cada vez más fuerte, hasta que, al fin, su acelerado jadeo anunció ese primer orgasmo que no había tardado en aparecer y que potenció moviendo su culo en todas las direcciones, al tiempo que emitía un gemido ronco. Fue un orgasmo largo, cayendo después larga sobre la cama y acostándome yo a su lado. El sexo ya no era repetir una y otra vez. Por lo menos, por mi parte. Por eso, siempre trataba de hacerle conseguir uno o varios orgasmos antes de follarla y correrme yo. Mi polla no estaba en su esplendor, pero lo alcanzó cuando ella se recuperó y pasó la lengua por toda ella, para luego metérsela en la boca toda entera y hacer unos movimientos rápidos como si se la estuviese follando ella misma. Cuando la tuve dura, pasé directamente a colocarme entre sus piernas y meterla en su encharcado coño, como resultas de mi comida y su corrida. Empecé a follarla con rapidez, mientras ella apoyaba sus talones en mi culo, como le gustaba hacer. En las últimas ocasiones, me habían pasado ...
    ... algunas cosas extrañas. Normalmente, terminaba bien, pero ya me había ocurrido que, a mitad de la follada, se me había venido abajo y en otra me llegó el orgasmo al poco de meterla. Ayer, estuve machacando su coño una y otra vez hasta que volvió a correrse de nuevo. Se agarró a mi cuello mientras su cuerpo se estremecía. Arqueó su cuerpo para sentir mi polla más profundamente y sus gemidos eran auténticos gritos. A mí, se me bajo un poco la erección. No estaba dura, pero era suficiente para poder meterla con algo de paciencia. Susana puso toda su buena voluntad en una mamada que restaurase el perdido vigor, sin conseguirlo. Como todavía tenía erección, probó a metérsela en el coño y me estuvo cabalgando durante veinte minutos por lo menos, consiguiendo ella dos orgasmos y yo nada. Cansados después de muchos intentos sin conseguir mi corrida, le pedí que lo dejásemos. Enfadada por dejarme así, se marchó a su casa, mientras yo me quedaba en la mía, reflexionando: Con 72 años y con problemas de erección, ¡cuántas comidas de coño voy a tener que hacer! 
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