1. Una mansión que acoge infinidad de orgías (2)


    Fecha: 18/08/2024, Categorías: Sexo en Grupo Autor: El Manso Embravecido, Fuente: CuentoRelatos

    ... ellos hizo más hincapié en meterle algún chorro por los orificios nasales.
    
    La chica quedó tan impregnada en esperma que su rostro era irreconocible. Su piel color caoba bañada con tanto esperma, hacía un contraste muy morboso y excitante.
    
    Entonces uno de ellos soltó al chico de la esquina y llevándolo casi como custodiado, lo acercó a la chica y le ordenó que la lamiera bien y que se fuera tragando todo lo que ella le fuera escupiendo.
    
    El chico la lamió desde el ombligo hasta el cuello sorbiendo y tragando todas las babas y esperma que la manceba tenía esparcidos, dejándola bien limpita. Después siguió por el pelo, pestañas, mofletes, etc. La chica tenía una buena carga de leche y saliva en su boca y se la escupió con fuerza para que él la tragara, casi sin darle tiempo a saborearla.
    
    De las orejas le iban saliendo unos regueros de semen que el esclavo recogía con su lengua y succionaba. También le lamió las narices metiéndole la lengua por los orificios para recoger los restos de cuajada que pudiera haber. Entonces la chica se sonó varias veces y efectivamente, de su interior salió buena cantidad de esperma mezclado con moco. Todo se lo iba tragando el chaval hasta dejarle la cara como los chorros del oro.
    
    La jaca volvió a escupirle otra vez, un buen lapo de semen y saliva que fue recolectando con su lengua, después de pasarla por todos los rincones de sus dientes, paladar y mucosa. El esclavo hizo unas gárgaras y se lo tragó todo. A la macizorra le hizo ...
    ... tanta gracia que volvió a repetirlo, soltándole otro lapo importante, aunque esta vez llevaba más carga de saliva que de semen.
    
    Araceli decidió telefonear a la susodicha habitación para que le mandaran a aquel mancebo para orinarle en la boca, ya que tenía ganas de vaciar la vejiga, y de camino, para que le comiera con ganas y sin escrúpulos su panocha ensangrentada, pues comenzaba a venirle la regla. Mientras, volvió a zapear y en el sótano (que estaba dedicado al sadomaso), en la habitación -2, se quedó prendada de lo que vio.
    
    Un chico estaba sostenido en el aire, en horizontal, por unas cuerdas atadas a sus brazos y piernas. Detrás de él, una dómina le tenía introducido el puño y parte del brazo derecho en el interior de su culo. Le hincaba el brazo con fuerza, como si quisiera pegarle unos buenos puñetazos en el interior de sus entrañas. El maromo chillaba como un cabrito en el matadero.
    
    Alrededor del esclavo había otras tres chicas que se carcajeaban y arengaban a su compañera a que le metiera el brazo hasta el codo por lo menos. Estas chicas también se dedicaban a apagar unas colillas en la espalda del maromo, apretaban con garra, como queriendo introducirlas en el interior de la piel. Después se colocaron en cuclillas sobre una jarra de cristal, por turnos, y comenzaron a orinar. La jarra quedó algo más que mediada. Cogieron una pajita y la colocaron en el interior de la jarra y se la dieron a beber al esclavo.
    
    –Bébetela toda poco a poco. Si no lo haces, te ...