Gangbang extremo - Parte 3
Fecha: 19/08/2024,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Mar me ha sometido cada vez más hasta lograr que meses atrás aceptase llevar un cinturón de castidad, desde ese día nuestro sexo como matrimonio se limita a comerla el coño, masturbarla y dejarme sodomizar por ella con alguno de los dildos que le he ido comprando y usa de diferentes maneras, entre ellas poniéndole en un arnés para follarme el culo como si ella tuviese poya, el otro día incluso logró hacerme un fist-fucking y se le ha ocurrido la idea de que lleve un plug anal en mi culo de manera permanente. La verdad es que disfruto muchísimo cuando Mar me folla el culo, además, el cinturón no solo me impide follar o masturbarme, desde que le llevo no he podido tener una sola erección, al tenerla introducida en un receptáculo de apenas ocho centímetros de largo y con poco más de tres de diámetro, incluso flácida está comprimida, cuando me excito y la sangre fluye a mi poya iniciando una erección, no tardo en sentir tal dolor que la erección se anula y me he dado cuenta que, a pesar de estar más cachondo cada día, mis erecciones son cada vez menos frecuentes.
Pero nadie excepto mi mujer sabe nada de esto, para el resto del mundo Mar es mi esclava y a mi me gusta verla usada como un objeto sexual por otros hombres, aunque la verdad sea que es ella la que me ordena buscarla hombres a quien entregarla. Ya hace tiempo que me dijo que quería probar un trío, luego con tres, con cuatro y hace quince días me dijo que quería un gangbang con más de diez tíos, pero que estaba ...
... dispuesta a dejarse follar por todo el que quisiese sin importarla cuantos fuesen.
Las veces que se la habían follado varios tíos al mismo tiempo Mar disfrutó de una manera exagerada y si quería un gangbang con más de diez tipos pensé que era la ocasión de comprobar hasta donde llegaba el deseo sexual y masoquista de mi mujer, pero como estaba un poco perdido a la hora de organizar algo así decidí pedirle ayuda a Dimas, el dueño de un local liberal al que acudíamos de vez en cuando a exhibir y entregar a Mar, quien también había disfrutado usándola varias veces. La idea le pareció interesante y se mostró dispuesto a organizarlo todo, pero no lo haría gratis, así que me propuso dos opciones, hacer una difusión entre sus contactos para que se pusiesen en contacto conmigo y yo cerrase el acuerdo con ellos, a cambio le pagaría un alquiler por usar su local y él cobraría las copas que se tomasen o bien el se encargaba de gestionar y encontrar a los tíos que, previo pago, se follarían a mi mujer quedándose con todo lo cobrado. Ninguna de ellas me gustó, pero lo de que pagasen por follarse a mi mujer si que me dio mucho morbo, así que le dije que aceptaría la segunda opción si me pagaba diez euros por cada tío que viniese, se follase o no a mi mujer.
A Dimas le pareció bien y me pidió un par de fotos de Mar desnuda para usar como reclamo, también me preguntó si tenía pensado poner algún límite como previsión a que la situación se pudiese descontrolar, le respondí que los únicos ...