-
Calentón en el Metro de Madrid (2)
Fecha: 14/10/2024, Categorías: Confesiones Autor: Juana1956, Fuente: TodoRelatos
Mientras volvía a casa metí una mano en el bolsillo de mi abrigo y noté que había un trozo de papel. Lo saqué para ver qué era y mi sorpresa fue al leer: soy Pablo, llámame si quieres mantener esta relación. Mi teléfono es xxxxxxxxxx y mi correo pablo@xxxxxx.es. Seguí caminando y pensando las dos opciones que tenía: seguir disfrutando de esta sexualidad tan morbosa u olvidarme para siempre. La verdad es que deseaba volver a encontrármelo en el metro, pero no sé si se me iba a hacer muy monótono este contacto. Llegué a casa y aún no había llegado mi marido de su partida diaria de cartas en el club de debajo de casa. Me desnudé para darme una ducha y fui a mirarme al espejo de mi habitación. Estaba aun con ese sujetador negro de encaje y las medias a medio muslo. Sin bragas ya que ese día, por morbo, no las había llevado. Me excitó mucho verme así. No era la primera vez que me veía así, pero esta vez era diferente porque así me había follado mi amante desconocido. Mi pubis necesitaba un arreglo. Ponerlo mucho más sexy y deseable. Llevé mis dedos a mis labios, los acaricié y los saboreé. Todavía sabían al semen de por la mañana. Eso me puso muy cachonda y me fui al cuarto de baño. Encendí la ducha, me senté en el váter y comencé a depilarme el vello púbico. Más bien a arreglarlo y a ponerlo atractivo. La calentura iba subiendo por segundos. Recordaba aquella polla penetrándome en el metro y no podía dejar de pensar en aquellos chorros de semen que inundaron mi coño. Me ...
... metí en la ducha. Era de agua caliente y comencé a dejarla que acariciara mi cuerpo. Mis grandes tetas comenzaban a estimularse y mis pezones pedían lengua, por lo que tuve que chupármelos a mí misma. Eso me puso muy cachonda y cogí la alcachofa de la ducha y la apunté hacia mi coño. Le puse presión y mi clítoris comenzó a crecer. Con la otra mano acariciaba mi cuerpo y mi culo y uno de mis dedos se desvió hacia mi ano, penetrándolo despacio. Sentí mucho placer imaginando que me follaban por ambos sitios y me corrí como una loba. Me eché mi crema de cuerpo y me puse unas bragas blancas de algodón y una camiseta larga, sin sujetador. Siempre voy así por casa cuando tengo intimidad. Pasé a la sala y encendí el ordenador para revisar si había tenido correos ese día. No dejaba de pensar en el papel de Pablo que me encontré en mi bolsillo. Valoraba llamarle, pero me frenaba que no quería que supiera mi teléfono, pero podía escribirle. ¿Qué le iba a decir? Ufff, no estoy segura. Llegó mi marido y me cortó el rollo, así que apague el ordenador y al sofá a ver un rato la televisión antes de cenar. Mi cabeza daba vueltas. No podía dejar de pensar qué le iba a decir a Pablo. Por un lado, me gustaría quedar con él para ir a un hotel a follar, pero por otro no quería tener un amante fijo y llegar a una monotonía. Toda la noche dándole vueltas hasta que amaneció y tuve que levantarme para ir a trabajar. Mi mente pensaba en volver a encontrarme a Pablo y por eso me vestí muy sexy, sin ...